Cada vez nos encontramos con más noticias, ejemplos y vivencias que conllevan violencia de cualquier tipo. Actuamos sobre ella castigándola y prohibiéndola, pero ¿cómo podemos prevenir la violencia?
Hay muchas maneras de prevenir la violencia, pero en concreto hoy vamos a hablar sobre un valor nuclear para la prevención de este mal que nos acecha, la solidaridad.
Cuando pensamos en solidaridad tendemos a pensar en caridad, en dar lo nuestro para ayudar a los demás. Debemos separar estos dos conceptos para aclararnos ya que mientras que la caridad implica quitarnos para dar a los que lo necesitan más, la solidaridad supone compartir algo que tengo sin diferenciar, es decir, con los iguales.
La solidaridad queda definida como la aptitud que se adopta cuando, siendo propio o ajeno, nos enteramos del padecer y sufrimiento y, voluntariamente, sacrificamos algo.
Pero, ¿cómo podemos trabajar y enseñar la solidaridad? Vamos a ver algunas estrategias que pueden ayudarnos a implementar este valor en los más peques de la casa.
Como siempre, la primera herramienta que tenemos en casa es el ejemplo, el modelo que les damos. Algo tan simple como ser solidario con los vecinos enseñará a los niños que, como sabéis son los mejores imitadores que pueda haber.
Otra estrategia es que empiecen a compartir desde que son pequeñitos. Todos los niños pasan por una etapa de “todo es mío”, debemos premiar comportamientos como dejarle el juguete a otro niño y fomentarlos directamente: María deja que tu hermana juegue con tu libro porque el suyo se ha roto y está triste.
Esta última frase saca a la palestra la empatía. La capacidad para ponerse en el lugar del otro, es básicamente nuestro sustento como seres sociales. Enseñarles a preocuparse por los demás cuando no están bien, a que ayuden a sus compañeros con los deberes o tareas de clase, etcétera, son pequeños pasos que nos van a ayudar a marcar la diferencia.
Otra herramienta para fomentar la solidaridad es que vean no solamente su realidad sino la de otros niños para que, por un lado, empiecen a valorar lo que tienen o no tienen. Explicarles que hay otros niños que no corren la suerte que ellos tienen y que tienen necesidades como la comida que no están cubiertas les hace ver que su solidaridad es necesaria.
Regalar lo que no nos sirve o no usamos y que está en buenas condiciones, es también una buena manera de fomentar la solidaridad en los más pequeños y aunque a veces nos de algo de pena separarnos de algunos peluches, juguetes o puzles, por desgracia, siempre va a haber alguien a quien podamos darlo o regalar para que le den un nuevo uso o lo disfruten.
La solidaridad es un sentimiento de unidad en el que se buscan metas e intereses comunes. En una sociedad como la nuestra donde el individualismo y lo que se llama comúnmente éxito son elementos clave, la solidaridad nos va a proporcionar un marco en el que gracias a la ayuda del otro podemos llegar a las metas que se nos exige.
Alba Psicólogos
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