La depresión: una realidad creciente
Como ya comentamos en otro post (ver “Mi pareja tiene depresión, ¿qué hago?”), la depresión es un trastorno mucho más común de lo que solemos pensar. Pero también es poco conocida en profundidad, debido a que se considera muy a menudo en un tabú. Es por eso que muchas de las personas que lo padecen se sienten incomprendidas en sus círculos cercanos de amistades, familiares y parejas.
Así, hoy abordaremos ciertos aspectos importantes a la hora hallarnos en esta situación. La idea principal es adquirir una idea más concreta de lo que nos ocurre y de lo que supone, realmente, tener depresión.
Así, lo primero como siempre será la propia definición de depresión, basándonos en los síntomas. De nuevo, como siempre, es muy importante que el diagnóstico venga de un profesional cualificado para ello.
Síntomas más habituales de la depresión
- Estado de ánimo decaído, tristeza y/o irritabilidad.
- Falta de interés e incapacidad de disfrute por aquellas actividades que antes si le hacían disfrutar (anhedonia).
- Falta de energía.
- Pensamientos negativos y de incapacidad propia, como “no valgo”, “no puedo con esto”, “es inútil”…
- Insomnio o hipersomnia. Sensación de cansancio.
- Cambios en la alimentación, bien por aumento o por decrecimiento.
- Bajada de la autoestima.
- Pensamientos de muerte o ideación suicida.
- Dolores físicos recurrentes sin causa visible (dolores de cabeza, malestar estomacal…).
- Pérdida o descuido de las relaciones sociales y familiares.
- Sentimiento de inutilidad, culpa…
- Problemas de concentración, atención y memoria.
- Afectación en el deseo sexual.
- Abulia o debilitación de la fuerza de voluntad.
Lo importante de este listado de síntomas es que podamos explicar lo amplio que es el abanico y, además, mostrar que incluso existen reacciones opuestas. Por ejemplo, habrá personas que sufran insomnio, mientras que otras sufran un exceso de sueño, somnolencia… Pero estas diferencias no sólo son entre personas, sino que una misma podrá tener periodos diversos. De esta forma, podemos combatir la imagen tan extendida de la persona deprimida llorando en la cama. La depresión no es sólo eso, se trata de un concepto mucho más amplio.
Lo que podemos hacer es, por ejemplo, llevar a cabo una labor de psicoeducación: explicar esta lista de síntomas a las personas cercanas e ir indicando cuáles son los que padecemos nosotros mismos.
Otra cosa muy útil es el uso de metáforas. Existe una que considero especialmente interesante, que es la siguiente:
“La depresión es como si de repente te hubiera ido creciendo una gárgola de piedra en un hombro. No sabes bien cómo ha llegado hasta ahí, pero el caso es que ahí está. Es muy pesada, porque es de piedra, por lo que cargar constantemente con ella te deja cansado, con falta de energía y sin ganas de hacer cosas… Pero no es sólo su peso lo que te afecta, sino que además te habla al oído. Nadie más la escucha, pero tú sí, constantemente. Te dice cosas como “no puedes”, “esto es demasiado para ti”, “no lo intentes, no lo vas a conseguir”… A veces incluso puede ponerse más dura aún: “eres un inútil”, “no sirves para nada”, “eres ridículo”… Si sumamos lo cansado que es cargar este peso a estos mensajes, es normal que finalmente no tengas ganas de hacer nada, las cosas que antes te hacían feliz, esos pequeños detalles, ya no te aportan nada. Las cosas más grandes, como los planes, ver gente, los deportes, el trabajo, los estudios… Eso ya directamente es como escalar una montaña inmensa. Así que la voz va ganando, a veces viene la ansiedad, el aislamiento… porque, ¿quién puede luchar contra un enorme monstruo de piedra que no para de susurrar esas cosas?
Obviamente es un ejemplo, y cada uno tendrá que adaptarlo un poco a su propio proceso. Pero puede ser útil, pues las metáforas nos permiten hablar de cosas muy complicadas en un lenguaje simbólico, más sencillo de comprender.
Otra opción, si nos vemos muy angustiados con explicarlo, es que hablemos con nuestro terapeuta y le preguntemos si puede ayudarnos, ya sea buscando la forma o incluso llevando a sesión a alguna de las personas con las que nos está costando conectar.
Lo más importante, en cualquier caso, es que la persona que padece depresión pueda estar atendida por un profesional. Esto siempre será la garantía de que, ante este tipo de dificultades, podamos trabajar sobre ellas y resolverlas.
Alba Psicólogos
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