Sabías que a lo largo de nuestra infancia desarrollamos lo que llamamos apego, el cual afectara e influirá en la manera de relacionarnos de adultos con los demás.
Para comenzar debemos hablar de Bowlby, psiquiatra británico que en la década 1960 desarrollo la Teoría del Apego. Dicha teoría se centra en las relaciones y los lazos que se establecen entre las personas, en especial, las relaciones entre padres e hijos y entre parejas. Para Bowlby, la autoestima, la calidad de nuestras relaciones y la capacidad de controlar nuestras emociones se ven afectadas por nuestro estilo de apego.
Así, el apego se podría definir como el vínculo emocional y afectivo que se desarrolla con otras personas significativas. En este caso, los primeros lazos que desarrollaríamos son con nuestros cuidadores, es decir, los padres, el cual tendrá un gran impacto en el bebe. Según esta teoría, que los padres estén disponibles y respondan a las necesidades del bebé de manera adecuada, permitirá al niño desarrollar una sensación de seguridad, sabiendo que puede confiar en su cuidador y generando una base segura para que el niño pueda explorar el mundo.
Fue entonces, cuando la psicóloga Mary Ainsworth llevo a cabo un experimento llamado “situación extraña” para evaluar el tipo de apego en niños ampliando el trabajo de Bowlby. Esta investigación consistió en ver como respondían ante la separación de la madre niños de entre 12 y 18 meses en una situación en la que los dejaban solos brevemente y luego les volvían a reunir con la madre. Concluyendo que se podían distinguir 4 tipos de apego.
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- Tipo de apego seguro: es el que se da cuando se han logrado satisfacer las necesidades fisiológicas y emocionales, es decir, han estado presentes físicamente y disponibles emocionalmente de manera habitual y estable en el tiempo pudiendo desarrollar nuestra autoestima para poder explorar el entorno de forma segura.
Así, a los adultos con este tipo de apego no les supone un esfuerzo unirse íntimamente a las personas y tampoco les provoca miedo el abandono. Es decir, pueden llevar a una vida independiente, sin prescindir de sus relaciones interpersonales y los vínculos afectivos.
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- Tipo de apego ansioso/ambivalente: se da cuando las figuras principales no siempre estaban para nosotros de forma emocional, es decir, estaban de forma intermitente. Por lo que esto no nos permite predecir cuándo la persona que necesito va a estar ahí. Produciendo miedo ante la separación y angustia al estar solo.
De adultos, el apego ansioso-ambivalente genera una sensación de temor a que su pareja no les ame o no les desee realmente. Les resulta difícil interaccionar de la manera que les gustaría, ya que esperan recibir más intimidad o vinculación de la que proporcionan. Un ejemplo de este tipo de apego en los adultos es la dependencia emocional.
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- Apego evitativo: se produce cuando los cuidadores principales fueron fríos a nivel emocional, pudiendo querer mucho, pero sin trasmitirlo ni validar las emociones.
En la etapa adulta, se producen sentimientos de rechazo de la intimidad con otros y dificultades de relación. Por ejemplo, las parejas de estas personas echan en falta más intimidad en la interacción, ya que tienden a ser personas muy independientes y autónomas.
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- Apego desorganizado: es una mezcla entre el apego ansioso y el evitativo, ya que el bebe presenta comportamientos contradictorios e inadecuados. Hay quienes lo traducen en una carencia total de apego. En la mayoría de los casos los cuidadores han tenido conductas negligentes o inseguras, como casos de abandono temprano, cuya consecuencia en el niño es la pérdida de confianza en su figura principal e incluso puede sentir constantemente miedo hacia ésta. Así, los menores tienen tendencia a conductas explosivas, destrucción de juguetes, reacciones impulsivas y grandes dificultades para relacionarse con las personas de su entorno.
De adultos, evitan la intimidad, ya que no saben gestionar las emociones, por lo que se genera un desbordamiento emocional de carácter negativo que impide la expresión de las emociones positivas.
No obstante, el apego puede cambiar según va creciendo la persona, la cual también se ve afectada por la conducta del otro, por las relaciones de amistad, laborales y de pareja que se mantienen con las nuevas figuras de apego.
Concluyendo, para entender el apego es necesario interpretarlo desde una perspectiva integradora. Lo cual implica que todas las relaciones que se producen desde el nacimiento hasta la edad adulta marcan la persona que somos ahora. Alguien con un estilo de apego inseguro en la infancia puede “aprender” de las conductas de apego seguro que le proporciona su pareja u otras personas cercanas, como puede ser un grupo saludable de amigos. En todo caso, lo principal es desarrollar estrategias convenientes para generar seguridad, con los recursos que tengamos disponibles.
Alba Psicólogos
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