La construcción y desarrollo de la estructura de personalidad es un proceso complejo que consta de diferentes etapas de evolución. Algunas teorías sostienen que vamos desarrollando nuestra identidad a medida que desarrollamos diferentes roles en la relación con los otros, de los más simples a los más complejos a lo largo de la vida.
La belleza de esta teoría nos habla de cómo nos vamos construyendo gracias a la relación con los demás, gracias a lo que surge entre unos y otros.
En la primera infancia, normalmente son los padres y madres quienes juegan los roles que ayudan a sostener el crecimiento y cumplen la función de satisfacer las necesidades que el bebé aún no puede satisfacer por sí mismo.
En la medida en que la persona crece, otras personas además de los padres y madres, van jugando roles asimétricos y complementarios en la relación, que continuarán nutriendo su crecimiento y desarrollo.
Crecemos, nos desarrollamos y creamos nuestra identidad gracias a los demás, porque nos nutren y a la vez nutrimos de forma mutua, a través del encuentro.
Vivimos en un mundo que a su vez crece y se desarrolla, quizás cada vez más rápido y con él tenemos nuevas tecnologías a nuestro alcance que facilitan, en ocasiones, nuestro acceso a la información y la comunicación con los demás, ya estén físicamente cerca o lejos.
Las nuevas redes sociales permiten estar en contacto cada vez con un número mayor de personas, a las que no tendríamos acceso de forma fácil y rápida sin estos medios.
Y con el desarrollo de estas nuevas formas de comunicación están naciendo nuevas formas de relacionarse entre unos y otros.
A través de la redes sociales podemos mostrarnos al mundo tal y como queremos ser vistos, y participamos de dar y recibir aceptaciones o rechazos en función de nuestras preferencias.
El desarrollo de la tecnología, o en este caso, de las redes sociales como forma de comunicación, no es ni bueno ni malo, lo importante es el uso y la función que se le da.
En ocasiones estas redes pueden funcionar a modo de escaparate que se expone a un público, y de alguna manera el público puede decidir si “compra” o no lo que está expuesto para él.
Esto conlleva el riesgo de empezar a tratar a nuestros semejantes como “objetos de consumo”, y desde ahí empezar a deshumanizar en algún grado la relación con los demás.
Alguna vez he escuchado una frase que dice algo así como: “ahora, en lugar de querer a las personas y consumir cosas, consumimos personas y queremos a las cosas”.
Y esta frase me ha hecho reflexionar sobre todo esto…Si esto fuera así, se daría un proceso en el que se sustituiría la mirada de VALOR hacia el otro por la mirada de UTILIDAD. Sería un proceso que sustituiría la humanización de las relaciones por la cosificación, y definitivamente, esto sería un paso atrás en la forma de relacionarnos con los demás y con el mundo.
En este punto, cabría dar espacio a la reflexión y decisión de cada uno sobre cómo colocarse en la relación con los demás, y qué grado de encuentro le gustaría lograr con el otro.
Al fin y al cabo, las consecuencias sobre nuestra forma de relacionarnos recaen sobre nuestra propia vida.
Cada uno va eligiendo y construyendo poco a poco lo que quiere para su vida y quién quiere ser…
Y tú… ¿qué quieres elegir?
Alba Psicólogos
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