Aunque a veces lo pueda parecer, la realidad es que las personas no somos máquinas tan potentes y perfectas como para analizar de forma objetiva y racional toda la realidad. Entre nosotros y la realidad se sitúan multitud de filtros: pensamientos, emociones, nuestra propia historia de aprendizaje o creencias, y estos contribuyen a generar, a su vez, pensamientos, emociones, creencias y, finalmente, median en cómo nos aproximamos y comportamos en distintas situaciones y con respecto a las distintas relaciones que tenemos. Aunque esto es algo complejo y difícil de comprender, podemos señalar que nuestra mente o nuestro cerebro emplea, de forma automática, unos atajos (o sesgos) para analizar y comprender la realidad, pero ¡ojo!, muchas veces nos llevan a error y, si no nos damos cuenta, esto contribuye a generar comportamientos y creencias sobre el funcionamiento de las relaciones, por ejemplo.
Evidentemente, esto ocurre también en las relaciones de pareja. Estos atajos, que ocurren como decimos de forma automática y no nos damos cuenta, contribuyen a generar unas creencias sobre cómo debe de ser una relación de pareja o qué cosas deben ocurrir
o no ocurrir, y esto, a su vez, nos lleva a comportarnos de una determinada forma. El problema reside en que estos sesgos o atajos en muchas ocasiones nos llevan a error, porque no analizan toda la realidad de forma completa. Es importante conocerlos, en primer lugar, para poder identificarlos y, posteriormente, poder discutirlos y combatirlos. Este trabajo es muy consciente y no ocurre de forma automática, de ahí que tengas que hacer el esfuerzo de no creerte todo lo que piensas.
Como estos sesgos ocurren tan a menudo y de forma tan generalizada en todo el mundo, están muy estudiados, tienen sus nombres (que pueden variar en los distintos textos), pero son fácilmente reconocibles por todos.
Vamos a nombrar y ver algunos de ellos e iremos viendo el resto en otros artículos, primero para identificarlos y luego para poder tener algunas nociones sobre qué hacer con estos pensamientos. Los que hoy veremos son:
1. Inferencia arbitraria o el/la inventor/a: Ocurre cuando llegamos a una conclusión rápida, pero realmente no tenemos todos los datos. Por ejemplo: no me ha contestado al whatsapp, debe de estar hablando y quedando con otrxs…
2. Abstracción selectiva o el ojo de halcón: Es cuando sacamos una parte de la información del contexto y resaltamos una parte de la misma solo. Por ejemplo: ha hecho las tareas de casa, pero vamos, una vez y habrá sido casualidad…
3. Sobregeneralización o el/la absolutista: Cuando con un hecho o un incidente, establecemos una norma general y permanente. Por ejemplo: ayer discutimos, no nos ponemos de acuerdo en nada, nuestro matrimonio es un fracaso…
4. Magnificación o minimización o las gafas sin graduar: Es cuando a un evento o circunstancia o situación se le atribuye una mayor o menor importancia de la que en realidad tiene: aunque ayer tuvo un detalle, nunca piensa en mí; si nos separamos, me muero de la pena; él/ella debería hacer las cosas de casa siempre, no es un logro… Con este hay que tener cuidado, a veces no magnificamos algo, si no que es realmente importante para nosotros y, desde luego, no es un arma arrojadiza para usarla contra nadie.
5. Adivinación del pensamiento o del futuro o el/la adivino/a: ¡Éste es un clásico! Quizás el más típico y frecuente en las parejas. Ocurre cuando actuamos como si supiéramos lo que la otra persona piensa o lo que va a ocurrir en el futuro. Por ejemplo: para qué se lo voy a proponer, si no va a querer venir; siempre estás pensando que voy a olvidarme; nunca va a madurar, siempre va a ser igual; se ha enfadado porque cree que no debería quedar con mis amigos… Este sesgo también lo ponemos muchas veces en nuestra pareja y termina generando dos creencias muy frecuentes (y a veces muy dañinas) en una relación: si me conociera, sabría lo que quiero y si lo tengo que pedir, ya no es tan especial. ¡Ni nosotros ni nuestra pareja leemos el pensamiento! Estas dos creencias bien darían para otro post y dan mucho que trabajar en las relaciones, pero fíjate que se sostienen sobre este error o sesgo cognitivo.
Existen otros sesgos también muy conocidos y frecuentes y los veremos en otro artículo. Lo importante es empezar a conocer e identificar los sesgos en los que caemos y que median en cómo percibimos nuestras relaciones. Como habréis podido observar también, aunque los nombremos por separado, se entremezclan entre ellos y, por ejemplo, sobregeneralizar es también, en ocasiones, magnificar un hecho, abstraer información aislada y llegar a una rápida conclusión sin todos los datos presentes.
Como primer paso de este dificilísimo trabajo, es muy importante saber que solemos incurrir en estos errores de forma automática y que debemos poner nuestra atención en ello, primero pudiendo identificarlos y ponerles en cierta forma un nombre y, posteriormente, podremos aprender a discutir y ser críticos con nuestros propios pensamientos y sesgos cognitivos, modificando así también nuestro comportamiento y mejorando nuestra relación con nosotros mismos y con los demás.
Si sentís que esto es un problema para vosotrxs y no conseguís solucionarlo, buscad ayuda profesional.
Alba Psicólogos
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