¿Alguna vez has oído hablar del multitasking? En este post descubrirás que está más presente en nuestra vida de lo que imaginamos. Pero, antes de seguir leyendo, dime: ¿está tu atención centrada en esta lectura o mientras lees estás pensando en lo que cenarás o incluso contestando el WhatsApp que acabas de recibir ¿Es el multitasking una ventaja o un inconveniente?
¿Qué es?
En su origen, el término multitasking se empleaba en el ámbito informático, siendo la característica de los sistemas operativos que posibilitaba que varias tareas se ejecuten a la vez. En la actualidad, y casi sin ponerlo en duda, debido al ritmo de vida que llevamos, dicho término se extrapola a las personas, siendo una supuesta (sí, sí, “supuesta…” ahora veremos por qué), capacidad humana para llevar a cabo más de una actividad al mismo tiempo.
De este modo, no es extraño ver la televisión a la vez que estás navegando en tus redes sociales. De hecho, la mayoría de programas y series, aparecen en pantalla junto a un #hashtag que te permite comentarlos en Twitter con otros telespectadores. Igualmente, que levante la mano quién no ha contestado un WhatsApp mientras estaba en clase/estudiaba/cocinaba/atendía una llamada telefónica… Como estos, hay muchos más ejemplos que nos permiten confirmar que vivimos con el modo multitarea ON (te invito a pensar más como estos y comentarnos cuáles) Pero… ¿qué hay detrás de todo esto?
Consecuencias del multitasking
Lejos de lo que pueda parecer, no es oro todo lo que reluce. Aunque haciendo más de una tarea “a la vez”, tengamos la sensación de ser más productivos (hacemos más cosas en menos tiempo), la realidad es justo la contraria. Imaginemos la atención como un foco en un mundo oscuro. Así, para ver algo, debemos enfocarlo. Con este símil, es lógico pensar que mientras hacemos dos tareas a la vez, nuestro cerebro no está en cada una de ellas al 100%, pues, mientras realiza una, presta menos atención a la otra (¡recuerda que solo tenemos un foco!). Por tanto, ¿qué ocurre con tanto cambio atencional?
- Aumenta el riesgo de cometer errores: si estamos pendientes de más de una cosa a la vez, es más probable que cometamos errores (más aún si son tareas complejas y requieren de mayor concentración).
- Aumenta el nivel de estrés y disminuye el disfrute: realizar muchas tareas al mismo tiempo puede hacer que no lleguemos a todo, generándonos estrés y afectando este, a su vez, a nuestra productividad.
- Disminuye la productividad: en lugar de ahorrarnos tiempo, tardamos más en finalizar varias tareas al estar cambiando de una a otra continuamente.
- Disminuye la capacidad de memoria, concentración y aprendizaje: procesamos peor la información, lo que hace que también la codifiquemos peor y por tanto, que la memoricemos peor. Por otro lado, si tenemos que estar prestando atención a varias cosas, puede ocurrir que nos cueste concentrarnos en una sola. A su vez, la concentración es necesaria para el aprendizaje y, por eso, también disminuye dicha capacidad.
Conclusiones
¡OJO! ¿hay que evitar la multitarea a toda costa? La respuesta es fácil: ¡¡¡NO!!! De por sí, la multitarea no es buena ni mala. Llegados a este punto, cabe destacar que no podemos hablar de multitarea si nos referimos a tareas automatizadas, es decir, tareas que no requieren de un esfuerzo consciente, pues estas no necesitarán los mismos recursos mentales (por ejemplo, podemos dar un paseo mientras mantenemos una conversación). Por tanto, la idea principal es que no debemos hacer dos cosas “a la vez” si ambas requieren de cierta concentración; además el multitasking como tal se trataría de un mito, ya que, como hemos visto, nuestro cerebro no puede hacer dos cosas a la vez.
Alba Psicólogos
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