¿Te hablas a ti mism@? ¿Qué tal lo haces?
En cualquier momento y en cualquier lugar, tenemos la ocasión de hablar con nosotros mismos. Puede ser mientras vamos de camino a clase o al trabajo, mientras nos duchamos o incluso cuando estamos con otras personas. Es común que de repente te adviertas enfrascado en una conversación contigo mismo sin haberte enterado de nada de lo que pasaba a tu alrededor. Como ves, nuestro diálogo interno está siempre funcionando.
Es importante recordar que la forma en la que nos hablamos va a tener una repercusión en nuestra salud física y psicológica. Y es que tanto el contenido de lo que nos decimos como la forma de hacerlo modificará nuestra percepción del mundo, de los demás y sobre todo de nosotros mismos.
Por eso es importante hablarnos desde el cuidado y desde el respeto. Siendo tolerantes con nosotros mismos, tanto como lo somos con los demás cuando se encuentran en una situación difícil.
¿Cómo le hablarías a una persona que ha tenido un mal día porque ha cometido un error en su trabajo? Probablemente le tratarías con un tono amable y cálido, le ayudarías a encontrar aquellas veces que hace bien su trabajo, le dirías que los errores son humanos y que todos podemos equivocarnos, intentarías relativizar su situación desde la comprensión y el respeto. Probablemente no se te ocurriría “machacarle” continuamente con el error que cometió ni hacer comentarios que pudieran herirle. Pero ¿Y si el que ha cometido un error en el trabajo eres tú? ¿Te comportas del mismo modo contigo mismo? Puede ser que sí, y en ese caso, te felicito. Pero también es frecuente que tendamos a hablarnos desde la exigencia y desde la crítica, con un tono duro y de reproche: “¿Cómo puedo haber cometido ese error? Van a pensar que soy un idiota. No sé qué me pasa últimamente, nada me sale bien. Soy un desastre”.
Si este tipo de pensamientos continúan en otras situaciones, probablemente se acabe desarrollando un diálogo interno negativo de manera generalizada. Y esta tipología de patrones de pensamiento son un importante factor de riesgo para desarrollar ansiedad o problemas en el estado de ánimo. De hecho, nuestro diálogo interno es el responsable de que a veces escuchemos o digamos frases como: “Hoy no me aguanto ni yo”. Claro, ¿cómo te vas a aguantar? Si llevas un día entero mandándote mensajes negativos, quejas, reproches, comentarios despectivos, etc.
Por ello es importante cuidarnos física y emocionalmente. Cuidar qué nos decimos y cómo lo decimos. Es decir, no se trata de dejar de hablar con nosotros mismos (cosa que además resultaría imposible) sino de aprender a hacerlo de una forma adecuada.
Aprendiendo a tener un diálogo interno saludable
Entonces, ¿Qué cosas pueden mejorar mi diálogo interno?
- Se amable y respetuoso contigo, como lo serías con otras personas en tu misma situación.
- Se crítico contigo mismo con el objetivo de mejorar y buscar soluciones, pero no para reprocharte, ridiculizarte, restarte valor o exigirte perfección.
- Pon a prueba tus pensamientos. ¿Lo que pienso es realmente así? ¿Soy siempre un desastre? ¡Busca las excepciones! ¿En qué ocasiones he sido una persona resolutiva? ¿En qué ocasiones he desempeñado bien mi trabajo? ¿Es justo entonces decir “que siempre soy un desastre”?
- Practica la autoafirmación. Reconoce tus puntos fuertes, tus cualidades y habilidades.
Te animo a que pongas en práctica estos pequeños grandes pasos para cuidar tu diálogo interno.
Recuerda que la única persona con la que compartimos en exclusiva nuestras 24 horas es con nosotros mismos, por eso es importante respetarnos, comprendernos y ser autocompasivos.
Alba Psicólogos
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