La lactancia es una de las funciones primordiales para el mantenimiento de nuestra especie. Por este motivo, desde el embarazo nuestro cuerpo se prepara para acoger, alimentar y criar a nuestro hijo. Así ha sucedido desde hace millones de años.
Por este motivo, muchas madres sufren al no poder llevarla a cabo. Y esto también provoca que el destete, sea cual sea la causa, genere en las madres un torrente de emociones.
La maternidad como una nueva etapa
Cuando se tiene un hijo se rompe con la vida anterior. Te cambia cosas tan mundanas como el bolso o los zapatos, pero también cambia tu rutina, tus horarios, tus comidas, tu relación de pareja, etc. Desde ese momento en tu vida alguien ocupará el primer lugar, y su felicidad condicionará la tuya.
En este proceso de ruptura con lo anterior y de “creación de la nueva mamá” encontramos sentimientos de alegría y sorpresa, pero también de tristeza y frustración, al dejar de hacer cosas que antes nos gustaban y eran prioritarias para nosotras. Y quizás, a ratos, como si de un “Kit-Kat” se tratara, desearíamos volver a esa vida anterior.
Estos sentimientos ambivalentes también acompañan a la lactancia.
Las dificultades iniciales de la lactancia
Los primeros días tras el nacimiento encontramos dificultades que no esperábamos: el bebé no engorda, nos hace daño, no conseguimos dormir más de una hora seguida. etc. Esto puede llevarnos a lo que alguien definió como “síndrome de agotamiento grave”.
En otra situación evitaríamos nuestro dolor, pero ahora pensamos, y nuestro entorno nos lo repite sin cesar, que es lo mejor para él. Y, ¿cómo no íbamos a hacer lo mejor para él?
Entonces llega la culpa, por no poder hacerlo o, algo peor, por no querer hacerlo. Y de repente todo el mundo que te rodea, cercano o lejano, familiar o extraño, te dice lo que debes hacer.
La opinión del entorno
Tu familia ve tanto sufrimiento que, desde el cariño, te dice que lo dejes. Tus amigas, tus compañeras del trabajo te hablan de milagrosas leches infantiles que son igual que la lactancia. Pero tú, entre dudas y dolores, sabes que no es así. De nuevo aparece el instinto que llevas dentro y que te hace querer cuidar y alimentar a tu bebé.
Hablemos también de los sanitarios, que se preocupan por el bienestar de tu hijo, pero dejan en último lugar tu cansancio, tu frustración, tu agotamiento y tu tristeza. Te dicen que sigas, sin saber muy bien cómo poner remedio a tus problemas.
¿Y qué hacemos entonces? ¿Cómo podemos decidir entre nuestro bebé y nuestra supervivencia? Porque la capacidad de la persona ante el “agotamiento grave” es finita, con certeza sabemos que así no podremos seguir mucho tiempo.
¿Qué decisión tomar?
Como todo en esta vida, la lactancia es buena si nos hace felices, si nos aporta momentos de placer, si estar al lado de nuestro bebé nos hace sentir bien.
Llegados a este punto te diré un secreto: cuidar a una mamá, cuidarte a ti misma, es cuidar la lactancia. Mucho más importante que ser una mamá que lacta es ser una mamá que abraza, acompaña y cría a su bebé.
En otras ocasiones salvamos estos primeros días, a veces incluso sin obstáculos y nuestra lactancia se prolonga. Entonces es posible que tengamos que enfrentarnos a nuevas tomas de decisiones.
La lactancia prolongada
El placer que una madre siente cuando ve a su hijo crecer sano y feliz, ver cómo acaba la toma y nos sonríe, es difícil de explicar, las palabras se quedan cortas.
Los primeros 4 meses todo son felicitaciones. Los amigos, familiares y sanitarios nos recuerdan lo buena madre que somos. Pero, como si del hombre del tiempo se tratara y con la misma probabilidad de error, sabemos que se avecina un cambio, que dará paso a otro tipo de comentarios: “¿Cuándo lo vas a dejar?”, “¡Se va a enviciar!”
Y aquello por lo que hemos luchado contra viento y marea, la lactancia, es ahora la causa de todos los problemas del niño: si no come otras cosas, o no engorda, o no duerme, o quiere estar contigo, es por culpa de la lactancia. Y de repente otra vez nos visita la culpa.
Desgraciadamente en nuestra cultura la lactancia prolongada no está bien vista, ni por los familiares, ni por las escuelas infantiles, ni por los sanitarios. ¿Los sanitarios? ¿Estos no eran los mismos que nos recomendaban seguir a pesar de nuestro dolor, nuestra tristeza, o nuestro agotamiento?
Pues sí, ¿quién dijo que la coherencia era una virtud en nuestros días? No lo es, y si decides seguir tendrás que aprender a no escuchar estos consejos.
Tomes la decisión que tomes, siempre se te va a juzgar, a criticar. Entonces ¿qué es lo mejor para ti y tu bebé?
Lo verdaderamente importante
Mucho más importante que alimentar a un niño es darle cariño, cuidarle o educarle. En este examen que nos brinda la vida, cuando estamos felices con nuestras decisiones, cuando hacemos lo que de verdad queremos, es cuando sacamos matrícula de honor (aunque solo tu hijo reconozca tus méritos). Cuando hacemos lo que la sociedad o “los de la bata blanca” nos imponen, dejando a un lado lo que sentimos apenas aprobamos.
Por eso, mi consejo es que sea cual sea tu decisión, permite que sea la TUYA, la que viene de tu interior. Si es a favor de la lactancia, aliméntale disfrutando cada momento como si no hubiera un mañana. Pero si no quieres, o no puedes, no dejes nunca de cogerle, de demostrarle amor, de ser su referente, su mástil en la tormenta.
Recuerda que, si tú eres feliz, sin duda, él también lo será.
Alba Psicólogos
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Increíble artículo. Que coherente y que golpe de realidad! Enhorabuena! Gracias!
¡Muchas gracias!
Totalmente de acuerdo. Yo he estado con la lactancia hasta los 26 meses y he recibido muchas críticas (que si eso ya es vicio, que a mi no me gusta que el niño pida teta con lo grande que es, etc), pero la cara de felicidad absoluta que ponía mi hijo cuando le decía que si quería su tetita, eso no tiene precio. Y sinceramente, echo mucho de menos esos momentos. Ánimo a todas las mamás, la lactancia es bastante dura pero en mi opinión es maravillosa.
Cada experiencia es única, muchas gracias por leernos.
Hola me llamo Estefany me ha encantado el articulo realmente que verdades dices en el simplemente quería comentar que bajo mi experiencia para mi ha sido todo aquello por todo lo que has escrito en el artículo y sinceramente a pesar de ello yo siempre he decidido seguir con la lactancia actualmente mi nena tiene 13 meses a punto de los 14 y seguimos con la lactancia y muy contenta que esta mi niña y yo porque realmente disfruto de ese momento tan especial que es darle de mamar como bien dices no tienes palabras para describir el sentimiento que se siente, yo doy gracias a mi niña por la felicidad que ha dado en mi vida a pesar de que no es fácil pero aún así de ello he aprendido muchas cosas y me siento muy orgullosa de ser una gran madre. Gracias por tus palabras. Un cordial saludo
Gracias por compartir tu experiencia, un saludo.