En una relación de pareja se juntan dos personas. Cada una de ellas transporta su propio bagaje, producto de su carácter, su personalidad y toda su historia vital, con todas las influencias y efectos de sus vivencias personales previas. En suma, cada persona es todo un mundo, configurado por múltiples aspectos, tanto positivos como negativos.
El producto de la dinámica existente en esa pareja, así como del ambiente emocional y relacional influye decisivamente en el desarrollo de los hijos.
Así, surge la necesidad de detectar situaciones de conflicto susceptibles de generar efectos indeseados en los hijos, para poder intervenir precozmente. Esta es la responsabilidad a la que esos miembros de la pareja están llamados como progenitores.
Dificultades en la relación de pareja: relaciones de pareja disfuncionales.
En este contexto, es frecuente encontrar relaciones de pareja donde el afán de control, los celos, los reproches, las faltas de respeto, los enganches de atracción y rechazo suponen la tónica habitual. Son contextos en los que el amor y el odio parecen alternarse con suma facilidad, al igual que las luchas de poder. Hablamos así de relaciones disfuncionales.
Late en todo ello un fuerte componente adictivo que conlleva la necesidad de ´cambiar al otro´ para que simplemente se amolde a nuestros deseos y nos satisfaga. De este modo, puede generarse un proceso reiterativo: se salta de un conflicto a otro de un modo estéril, sin que los miembros de la pareja tomen conciencia ni se autoresponsabilicen, ni tampoco aprendan nada que les permita mejorar. ¡Cuánto más fecundo sería establecer una comunicación abierta, sincera y valiente, en la que cada uno asuma frente al otro y frente a sí mismo el compromiso de mejorar y contribuir a una relación más sana y enriquecedora!
Nada más indeseable que esas dinámicas disfuncionales en las que el niño (muchas veces desde que es bebé e incluso hasta la adolescencia), es testigo -tantas veces mudo-, con toda su inmensa capacidad de percepción, de la hostilidad existente entre los padres. En esas situaciones, se incrementan las probabilidades de aparición de síntomas de ansiedad, inestabilidad emocional, depresión e incluso conductas agresivas en el colegio y el hogar.
Teoría del Aprendizaje Social: aprendizaje a través de la observación e imitación.
En relación con todo ello, cabe recordar la Teoría del Aprendizaje Social del psicólogo canadiense Albert Bandura, que emplea el concepto de Aprendizaje vicario-observacional, para designar aquel aprendizaje en virtud del cual, el sujeto toma como suyos comportamientos que en realidad no son los propios, pero que son adoptados como tales, a consecuencia de la observación y la imitación.
Por esta razón, no es extraño que los niños tomen y se hagan cargo de conductas, emociones y expresiones propias de sus figuras significativas (que en las primeras etapas de su desarrollo son los padres). Además, los niños tienen ampliamente afinada la capacidad de percepción (se dan cuenta de mucho más de lo que tendemos a creer); sin embargo, carecen de recursos suficientes para sobrellevar emocionalmente ciertas situaciones.
La terapia de pareja: una oportunidad para sanar la relación.
Para la terapia de pareja, el objetivo principal es la creación de un espacio neutro y seguro en el que las dinámicas disfuncionales queden de manifiesto y la relación pueda ser trabajada de modo constructivo. El conflicto es tratado como una oportunidad para sanar la relación. El conflicto -conviene recordarlo- es parte inherente a las relaciones. Virginia Satir, psicoterapeuta estadounidense conocida especialmente por su enfoque de terapia familiar, decía que “cuando el conflicto se maneja bien, sin agravios, ni violencia, el sufrimiento se reduce al mínimo y podemos, en este toma y daca, crecer”.
Las relaciones de pareja funcionales son aquellas en las que se dan las condiciones idóneas para que cada persona en la relación crezca y se enriquezca interiormente. Donde prime una buena comunicación, diálogo, respeto, cariños recíprocos, siendo estos los mejores ingredientes para el buen desarrollo y estabilidad emocional, la construcción de una autoestima equilibrada y la interiorización de relaciones afectivas interpersonales saludables en los hijos.
En resumen, queremos recalcar el hecho de que las relaciones de pareja sanas previenen el posible escenario de que los niños desarrollen trastornos psicopatológicos.
Una crianza llena de amor, cariño, atención, diálogo, límites firmes y coherentes es el mejor regalo que un padre y una madre pueden hacer a sus hijos.
Alba Psicólogos
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