Camino sin prisa pero sin pausa, con paso firme y con los cascos enfundados a medio volumen… Cuando de repente, me detengo al escuchar la frase de la canción que suena: “Gracias a la vida que me ha dado tanto….” Y sí. Así es. La vida, a ti, a mí y a todos nos ha regalado la risa, el llanto, el miedo, la ira, la sorpresa… y cómo no, también la culpa.
Con todos esos regalos que nos ha traído la vida, hemos ido creando, decidiendo cómo queríamos que fueran nuestros días, modelando nuestra propia historia. En definitiva, cada cual ha trazado una línea persiguiendo un horizonte, generado su propio camino.
Y yo, he decidido que me voy a levantar con el regalo de cada día, sabiendo lo que quiero hacer y luchando por ello. He tomado una firme decisión: no abandonar nada de mi presente por miedo.
El pasado tampoco se libra, pues me propongo no tenerle miedo a mis recuerdos; sé que mirándolos a la cara, el temor se irá, porque cuando pierdes el miedo al miedo, este se debilita y se desvanece. Es entonces cuando solo quedan mis recuerdos… ellos me enseñan y de ellos yo aprendo. Sí, los quiero conmigo.
Si lloro, no pararé hasta descubrir qué me quieren decir esas saladas lágrimas. Quiero aprender de ellas. La vida me las dio con ese fin: saber y aceptar que lo que la vida me da, también me lo puede quitar.
Quiero conocerme y conocerte, mirar por todos mis recovecos y todos tus rincones para encontrarme y finalmente hallarte…. abrazarme y abrazarte cuando me miro y cuando te veo. Sé que todos podemos ser mejores y siento que sin ti y sin mí, esta vida, la mía y la tuya, no sería igual.
Quiero mirarme al espejo, para ver en mi reflejo quién soy y quién eres, para caminar con coherencia y respeto hacia mí mismo, pero sin olvidarme de ti… sabiendo que mi vida y la tuya tienen el mismo valor.
Voy a estar contigo cuando quieras que esté y cuando yo esté de acuerdo en estar… Esos son los dos únicos requisitos para caminar a tu lado.
Seguro que me enfadaré con la vida cuando me regale problemas, y cuando suceda contaré del uno al… hasta que mi ira me permita pensar. Es entonces cuando usaré la cabeza, que la vida también me regaló, hasta encontrar las formas y maneras de transformar mis problemas en soluciones.
Y voy a cumplir sueños, no sé para cuántos tendré tiempo, desconozco cuánta vida tengo concedida, pero sí sé que en todos y cada uno de esos días regalados quiero sorprenderme, aprender, hacerme preguntas y encontrar respuestas, hacer planes, crear, bañarme en placeres y descubrir paisajes nuevos… quiero sorprenderme.
¡La vida me ha dado tantas emociones! Y yo, que de natural soy agradecida, lo tengo claro: cada día voy a abrazar, reír y sentir alegría por cada uno de esos regalos, como prueba incuestionable de que estoy viva.