¿En qué consiste la triangulación?
Con frecuencia en los adolescentes que presentan una serie de dificultades y problemas, suele existir dentro de su sistema familiar posibles patrones y situaciones paradójicas que influyen en la propia dinámica del adolescente.
Uno de los más comunes es la triangulación, por la que existen contradicciones básicas en las directivas que recibe el/la adolescente . Estas directivas contradictorias suelen originarse en una escisión entre las figuras parentales. La vida del hogar está marcada por la presencia de lealtades divididas que fuerzan al hijo a tomar partido por uno u otro de sus padres, lo que le provoca una enorme tensión. Este tipo de patrón de triangulación crónica tiene el efecto de erosionar la autoestima del adolescente debido a su sentimiento de culpa por estar hiriendo a uno de sus padres.
Esto al mismo tiempo hace que el joven también puede experimentar una triangulación en el contexto social más amplio, al sentirse presionado por las exigencias de los pares, amigos y demás, el colegio, o de otros factores significativos. La triangulación debilita la sensación de seguridad del adolescente. Por tanto, si el hijo/a vive en una familia en la que hay una constante triangulación, y, por consiguiente, son continuos el rechazo y la culpa, el rechazo que puede llegar a experimentar en el contexto social más amplio se torna intolerablemente amenazador.
¿Cuándo puede aparecer?
La triangulación aparece cuando uno o ambos padres buscan una alianza con el hijo, y éste es involucrado en el subsistema conyugal; el niño es obligado a ayudar a uno de sus padres en el conflicto conyugal, y como consecuencia pudiera llegar a ser rechazado por el otro progenitor.
Un estudio reciente evaluó a un grupo de 38 niños y sus padres, que acudían a un Servicio de Atención a Familias, utilizando una entrevista semiestructurada y el Inventario de Comportamiento de niños/as de 6-18 años para padres (CBCL/6-18). Se encontró una clara relación entre las actitudes trianguladoras familiares y la psicopatología infantil; así, la triangulación se relacionaba con algunas de las escalas clínicas del CBCL que evalúan ansiedad/depresión, aislamiento depresivo, quejas somáticas, problemas internalizados, problemas sociales.
Para más detalle, los padres se encuentran en conflicto e introducen al hijo en la ecuación con diversos fines:
- Enmascarar sus conflictos centrando toda la atención en la conducta problemática del hijo. En esta situación, ambos padres forman un frente contra un niño etiquetado como “malo”, al que se consideran fuente de todos los problemas. Tras esa ilusoria armonía, la realidad es que el mal comportamiento del niño solo está ahí para servir como válvula de escape a los problemas conyugales.
- Desviar la atención de sus dificultades como pareja por la necesidad de centrarse en un hijo “enfermo”. Ambos se unen en la preocupación por su hijo, llegando a sobreprotegerlo. Por su lado, el niño únicamente estará ejerciendo una expresión psicosomática de la tensión existente (y ahora encubierta) entre los padres.
- Tratar de establecer una alianza con el hijo en contra del otro progenitor. Cuando ocurre esto, el niño se enfrenta a un fuerte conflicto de lealtades, pudiendo quedar inmovilizado por miedo al rechazo del padre no aliado. Este patrón suele ocurrir bastante cuando los padres se enfrentan a un divorcio dónde el enfado y la rabia parece que es lo único que les queda.
Es probable que el niño desarrolle formas inadecuadas de comportamientos relacionales, como pueden ser un grado de complacencia importante hacia el otro o un reclamo absoluto de unión, todo por miedo al rechazo. La tensión o sufrimiento que acompaña a un niño inmerso en una estructura trianguladora, no supone ninguna ayuda para un proceso tan delicado como es la consecución de independencia, autonomía y el establecimiento de vínculos extra-familiares. El hijo va a estar tan centrado en la problemática familiar y los juegos relacionales que disminuirá su atención hacia otro tipo de actividades que se localicen fuera del seno familiar; así, es posible que deje a un lado las relaciones con los amigos y manifieste cierto recelo a las relaciones de pareja, evitando la implicación emocional.
Concluimos que resulta muy útil y necesario analizar las dimensiones conyugal y parental para comprender la psicopatología infantil. Es muy normal que estos patrones familiares salgan a la luz y se hagan conscientes dentro de un proceso terapéutico.
Alba Psicólogos
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