En nuestro último post hablamos sobre la importancia que tiene encontrar sentido en la vida sobre nuestro bienestar. Hoy queremos ofrecerte una herramienta poderosa para empezar a vivir con más satisfacción: el estado de flujo o flow.
Seguramente te ha pasado alguna vez: estás haciendo algo que te encanta, te concentras por completo y, sin darte cuenta, pierdes la noción del tiempo. Todo parece fluir sin esfuerzo. Parece magia, pero en psicología llamamos a esto estado de flujo, y es una de las maneras más poderosas de conectar con aquello que le da sentido a tu vida.
En este artículo vamos a explorar qué es exactamente el flow y por qué es tan importante cultivarlo para mejorar tu bienestar emocional. Además, compartiremos contigo algunas claves prácticas para que puedas experimentar más seguido esta sensación en tu vida cotidiana.
¿Te animas a descubrir cómo fluir más y vivir mejor?
¿Qué es el estado de flujo?
El estado de flujo (en inglés, flow state) es un concepto desarrollado por el psicólogo Mihály Csíkszentmihályi dentro de la psicología positiva. Csíkszentmihályi descubrió este fenómeno estudiando artistas, deportistas, músicos, ajedrecistas y otras personas cuando estaban inmersos en actividades creativas o desafiantes. Notó que, cuando la actividad “iba bien”, los participantes se olvidaban de necesidades básicas como el hambre o la fatiga y continuaban absortos en lo que hacían.
Según Csíkszentmihályi, el estado de flujo se define como un estado mental de inmersión completa en una actividad, que se caracteriza por:
- Concentración intensa, enfocada totalmente en lo que estás haciendo.
- Alta involucración, sintiéndote plenamente comprometido con la tarea.
- Disfrute intrínseco, es decir, placer en la propia actividad más allá del resultado.
En otras palabras, cuando estás en flow, acción y conciencia se funden: tu atención está totalmente absorbida en lo que haces, sin espacio para distracciones o preocupaciones externas. Este estado suele ir acompañado de una transformación en la percepción del tiempo (las horas pueden “volar” sin que lo notes) y de una sensación de satisfacción profunda mientras realizas la actividad. En flujo, conseguimos comprender que se siente al vivir plenamente, completamente involucrados en el momento.
¿Cómo se siente estar en flujo?
Podemos reconocer que estamos en estado de flujo cuando percibimos algunas de estas sensaciones:
- Concentración intensa y enfoque absoluto: la persona está completamente atenta a la tarea, sin distraerse, actuando casi de forma automática pero efectiva.
- Pérdida de la autoconciencia y del sentido del tiempo: uno se olvida de sí mismo, de sus problemas y de la hora. Solo existe la actividad actual y el “ahora”. Minutos u horas pueden pasar sin darse cuenta.
- Sensación de control y dominio: a pesar de la intensidad, se siente un cierto control sobre la acción, como si la actividad fluyera sin esfuerzo excesivo. No hay temor a perder el control; por el contrario, se experimenta una confianza fluida en las propias habilidades.
- Claridad de metas e información inmediata: la persona en flujo suele tener objetivos claros (sabe qué debe hacer o qué quiere lograr) y recibe retroalimentación inmediata de la tarea (por ejemplo, un músico oye al instante si una nota suena bien, un deportista siente el movimiento exacto). Esto refuerza la inmersión, ya que siempre sabe si va por buen camino.
- Actividad intrínsecamente gratificante (experiencia autotelica): el flujo se caracteriza por ser placentero en sí mismo. La motivación es intrínseca: hacemos la actividad por el gusto de hacerla, más que por una recompensa externa. Como dijo Csíkszentmihályi, las mejores experiencias ocurren cuando “el cuerpo o la mente de una persona se estiran hasta sus límites en un esfuerzo voluntario por lograr algo difícil y valioso”. Al lograrlo, la satisfacción proviene del propio crecimiento y desafío superado.
En resumen, el estado de flujo es “la experiencia óptima”: un momento en que te sientes completamente vivo, concentrado y satisfecho realizando una actividad significativa. Es ese estado popularmente conocido como “estar en la zona” o “en racha”, donde todo parece encajar y rendimos al máximo de forma natural.
Beneficios del flow en el bienestar psicológico y físico
El estado de flujo no solo se siente bien en el momento, sino que tiene beneficios comprobados para nuestro bienestar mental e incluso físico. Por eso interesa tanto en contextos terapéuticos y de crecimiento personal.
Más felicidad y satisfacción con la vida:
Cuando estamos en flujo, experimentamos altos niveles de disfrute y sentido de logro. Las personas que viven experiencias de flujo con más frecuencia tienden a tener mayor satisfacción vital y autoestima, así como un mayor sentido de realización personal. Tras una sesión de flow, es común sentir un aumento momentáneo de emociones positivas (alegría, tranquilidad, euforia moderada).
A largo plazo, encadenar experiencias de flujo contribuye a un estado de ánimo más positivo y a una vida más plena. En palabras simples, cuando haces cosas que te absorben y apasionan, te sientes más feliz con tu vida.
Reducción de la ansiedad y pensamientos negativos:
Durante el estado de flujo, la preocupación y la ansiedad prácticamente desaparecen. La concentración es tan alta que no queda “espacio mental” para rumiar sobre problemas. El flujo destierra la ansiedad durante ese periodo. Además, en flujo se observa menor activación de las áreas cerebrales relacionadas con la autoevaluación y las emociones negativas, lo que explicaría por qué en flow nos sentimos calmados y confiados.
Algunas terapias incluso aprovechan actividades que inducen flujo (como el arte, la música, el deporte) para ayudar a pacientes a aliviar síntomas de ansiedad o depresión de manera natural, ya que durante el flow se experimentan emociones positivas y se interrumpe el ciclo de pensamientos negativos.
Mejora del rendimiento, la creatividad y la motivación:
Estar en flujo no solo se siente bien, también te hace funcionar mejor. Entrar en flujo mejora el desempeño en deportes, artes y tareas profesionales complejas. Por ejemplo, músicos, cirujanos, atletas o escritores rinden al máximo de sus capacidades cuando alcanzan el flujo. Uno se vuelve más productivo y creativo porque la mente está totalmente volcada en la tarea presente, combinando concentración con disfrute. Esto favorece encontrar soluciones innovadoras y “estar en racha” en términos de productividad.
Además, dado que la experiencia es gratificante, el flow incrementa la motivación intrínseca: mientras más experimentas flujo en algo, más quieres repetir esa actividad por el placer que conlleva. Esto explica por qué el flow puede crear hábitos positivos: por ejemplo, si logras entrar en flow corriendo o pintando, es más probable que sigas haciéndolo regularmente porque tu cerebro lo asocia con una recompensa natural.
Efectos positivos en la salud física:
De forma indirecta, experimentar el estado de flow puede traer también beneficios para nuestra salud física. Esto sucede principalmente porque el flow es una experiencia placentera y relajante que reduce el estrés y genera sensaciones positivas en nuestro cuerpo. Incluso en tareas más sedentarias, alcanzar estados de flujo podría ayudar a suavizar los efectos del estrés crónico, favoreciendo una sensación general de calma, vitalidad y energía en nuestro día a día.
Además, muchas actividades en las que es más fácil entrar en flujo suelen ser saludables por sí mismas, como por ejemplo practicar deporte, bailar, hacer yoga o realizar actividades en la naturaleza, lo cual representa un doble beneficio: el propio ejercicio físico y la satisfacción emocional. Incluso en tareas más sedentarias, alcanzar estados de flujo podría ayudar a suavizar los efectos del estrés crónico, favoreciendo una sensación general de calma, vitalidad y energía en nuestro día a día.
Bienestar en términos de significado y crecimiento personal:
Más allá de la felicidad momentánea, el flow también tiene un componente de crecimiento interno. Ocurre típicamente cuando enfrentamos un desafío significativo, de modo que cada experiencia de flujo puede hacernos desarrollar habilidades, descubrir fortalezas y aumentar nuestra confianza.
Al lograr algo difícil en flow, refuerzas la creencia en tus propias capacidades. El flow aporta una forma de felicidad “sostenible”, porque no depende de consumir cosas externas sino de involucrarse activamente con la vida.
En un mundo donde a veces buscamos bienestar en consumismo o escapismo, el flow ofrece una vía más profunda: encontrar satisfacción haciendo y creando, a menudo en actividades sencillas pero retadoras (como una conversación significativa, tocar un instrumento, resolver un rompecabezas, etc.).
Pero, ¿cómo lo alcanzo?
Aunque el estado de flujo a veces parece esquivo, no es cuestión de magia, sino de crear las condiciones adecuadas. Cualquier persona, independientemente de su edad o situación, puede cultivar más momentos de flujo si estructura sus actividades y entorno de cierta manera.
A continuación, presentamos consejos claros y aplicables para ayudarte a entrar en flow, especialmente orientados a actividades que promuevan tu bienestar emocional:
- Elige actividades significativas que disfrutes y te supongan un reto manejable.
El flow ocurre cuando hay un equilibrio entre el desafío de la tarea y tus habilidades para afrontarla.
- Si la actividad es demasiado fácil, te aburrirás.
- Si es demasiado difícil, te sentirás ansioso o frustrado.
Busca la “zona Goldilocks”: esa actividad que te apasiona o interesa, y que es desafiante pero posible con tu nivel de habilidad actual (quizá con un pequeño esfuerzo extra). Por ejemplo, si te gusta pintar, proponte un cuadro que requiera aprender alguna técnica nueva pero que esté dentro de tus posibilidades; si haces deporte, mide un objetivo un poco superior a tu rutina pero realista.
Este equilibrio de reto/habilidad es el ingrediente esencial del flujo . Además, al elegir algo que disfrutas (música, baile, programación, jardinería, cocina, escritura, lo que sea que te atraiga), partes con ventaja porque tienes motivación intrínseca.
Recuerda: el flow se alimenta de la voluntad genuina de hacer la actividad por gusto, no por obligación externa. Así que pregúntate: “¿Qué me gustaba hacer de niño/a durante horas? ¿Qué actividad me hace perder la noción del tiempo ahora?” Ahí puede estar una pista de por dónde empezar.
- Establece objetivos claros.
Antes de sumergirte en la actividad, ten claro qué quieres lograr o cuál es la dirección. No hace falta que sea un objetivo rígido o externo (no se trata de meterte presión), pero sí una especie de norte.
Por ejemplo:
- “Hoy quiero avanzar 5 páginas de mi novela”
- “Voy a intentar aprender esta canción en la guitarra”
- “Limpiaré el garaje y ordenaré esas cajas”
Tener una meta concreta ayuda a enfocar la mente y a orientar tu atención.
- Convierte las sub-metas en tus mejores aliadas.
Durante el estado de flow es importante contar con algún tipo de retroalimentación inmediata. En muchas actividades esto ocurre de manera natural: puedes ver directamente cómo avanzas o darte cuenta en el momento si algo está saliendo bien o mal. Si la tarea no ofrece este tipo de feedback instantáneo, puedes generarlo tú mismo revisando brevemente lo que has hecho después de completar una etapa.
Además, ayuda mucho dividir una tarea grande en partes pequeñas y manejables. Por ejemplo, en vez de pensar en “escribir un capítulo entero”, es mejor proponerte “escribir la primera escena”. Al completar cada paso sentirás un pequeño logro que refuerza tu motivación y te ayuda a mantenerte en flujo.
- Minimiza las distracciones y prepara un entorno propicio.
Para entrar en flujo necesitas proteger tu atención. Eso significa eliminar o reducir los posibles distractores antes de empezar.
Algunas sugerencias prácticas:
- Busca un lugar tranquilo o acondicionado para tu actividad (tu rincón favorito de la casa, una sala silenciosa, un parque si te inspira).
- Silencia notificaciones del móvil y evita tener a la vista tentaciones (cierra pestañas del navegador que no necesites, apaga la tele de fondo).
- Si vives con más gente, comunícales que necesitarás un tiempo sin interrupciones o elige un horario de menos ajetreo.
Algunas personas crean rituales de entrada en flow, como…
- Ponerse auriculares con música ambiental.
- Preparar una taza de té.
- Hacer unos minutos de respiración para calmar la mente.
Estos rituales señalan a tu cerebro que “es hora de entrar en modo enfoque”.
Lo importante es que, en ese periodo, nada compita por tu atención. Cuanto más te sumerjas sin interrupciones al inicio, más rápido cruzarás el umbral al flujo. Verás que una vez dentro, las distracciones externas pierden fuerza y es más fácil ignorarlas .
- Evita la multitarea y céntrate en una cosa a la vez.
Comprométete a monotarea durante la actividad elegida. Si mientras estás inmerso te vienen pensamientos de “debería revisar el email” o “¿qué habrá en redes sociales ahora?”, déjalos pasar y vuelve suavemente al foco de tu tarea.
Una idea: anota en un papel cualquier asunto pendiente o distracción que te venga (“comprar leche”, “responder a X”), para liberar la mente sabiendo que luego lo atenderás, y retoma tu trabajo.
- Ajusta la dificultad gradualmente y no te frustres si no “fluyes” de inmediato.
El flow a veces tarda un poco en aparecer cuando comienzas una actividad, especialmente si eres principiante en ella. Es normal: primero estás aprendiendo las reglas o moviendo las piezas iniciales, y quizá haya un pequeño grado de esfuerzo consciente o frustración. No te rindas enseguida. Persevera un rato y verás que, cuando le tomes el ritmo, empezarás a disfrutarlo más.
Y recuerda la fórmula: siempre que sientas aburrimiento, sube un poquito el desafío; si sientes ansiedad, baja un poquito la dificultad. Ajusta las “perillas” de desafío y habilidad para sintonizar con el flow. Y sobre todo, mantén una actitud lúdica y curiosa en la actividad más que una hiperexigencia.
El flow es paradójico: cuanto más relajado y entregado estés al proceso, más probable que aparezca. Si te obsesionas con “tengo que entrar en flow ya”, esa ansiedad lo bloquea. Confía en que llegará a su tiempo mientras te dedicas a la tarea.
- Cuida de tus necesidades básicas antes de empezar.
Aunque pueda sonar obvio, es un consejo práctico importante: procura no empezar una sesión de flujo con hambre, sueño atrasado o fatiga extrema. Si bien en flow podrías llegar a ignorar el hambre o el cansancio, es mejor asegurarte de estar físicamente cómodo al comenzar, para no ser interrumpido bruscamente por tu cuerpo. Hidrátate, ve al baño, haz un pequeño calentamiento si es ejercicio, etc. De esa forma, cuando entres en flow podrás mantenerlo más tiempo sin malestar.
Y en el caso de actividades intensas (físicas o mentales), también toma descansos cuando corresponda. Esto no rompe el flow, al contrario, puede prolongar tu capacidad de entrar en él sin agotarte. Piensa que quieres asociar el flow a algo positivo y sostenible, no a terminar exhausto. Desconectar un momento para comer algo ligero o respirar puede hacer que retomes con energías renovadas. En cambio, si te fuerzas más allá de tus límites físicos (estilo hiperfoco descontrolado), podrías acabar exhausto e irritado, lo que no es el objetivo.
¿Necesitas un poquito de inspiración para empezar a poner el flujo en práctica?
Algunas actividades son particularmente conocidas por inducir flow y a la vez nutrir la salud mental. Por ejemplo:
- Deportes y ejercicio físico: El bonus es que haces algo bueno por tu cuerpo y liberas endorfinas.
- Artes y actividades creativas: Muchas personas encuentran estados de flujo al crear arte, lo cual también tiene efectos terapéuticos (expresas emociones, te autodescubres, etc.).
- Juegos y pasatiempos mentales: Ajedrez, puzzles, videojuegos (en medida moderada), sudoku, etc. Los juegos bien diseñados suelen meternos en flow al ofrecer retos graduales y feedback inmediato.
- Trabajo o estudio vocacional: Sí, ¡el trabajo también puede generar flow! Busca aspectos de tu trabajo que te motiven intrínsecamente y reserva tiempo para profundizar en ello.
- Conexión social de calidad: Aunque solemos pensar en flow como algo individual, también puedes experimentar flow en una conversación fascinante o trabajando en equipo de manera sincronizada.
- Prácticas contemplativas o espirituales activas: Más allá de la meditación clásica (mindfulness), hay prácticas como el tai chi, la jardinería, la caligrafía, caminar en la naturaleza, que combinan atención plena con actividad y suelen inducir un flujo suave y reparador.
Como puedes observar, para fluir no necesitas “grandes lujos”, solo implicarte en cosas humanas básicas pero enriquecedoras. Identifica cuáles de estas áreas resuenan contigo y hazles hueco en tu agenda semanal.
¡Haz hueco para el flow en tu vida!
Alcanzar el estado de flujo requiere intención y práctica, pero cualquier persona puede lograrlo. Al principio puede costar romper el hábito de la distracción constante, pero una vez que pruebes el “sabor” del flujo, te será más fácil volver a él, porque sus beneficios te serán irrefutables.
Así que, ¡manos a la obra! Identifica ese proyecto, hobby o tarea que has querido retomar (o iniciar) y pon en práctica estos pasos. Tu bienestar emocional te lo agradecerá: integrarás más momentos de profunda satisfacción en tu semana, casi como “microvacaciones” mentales donde recargas energías y te conoces mejor a ti mismo.
Alba Psicólogos
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