Hoy de nuevo ha venido la esperanza a visitarme,
me cuchichea y me dice que todo va a cambiar,
que esta vez todo va a volver a ocupar su lugar,
le pongo oídos, la quiero creer y me visto con sus ropajes.
Vestidura azul cielo que siento suave, me da calor,
pero una y otra vez, vuelve la moviola, vuelve a ocurrir…
de nuevo las palabras hirientes,
de nuevo el desdén, el desprecio, el maltrato…
Y me digo, a mi misma desde mi enfado y mi indignación, que se acabó,
que no voy a permitir más tu crueldad.
Y después del enfado, viene despacio la tristeza,
con su silencio, mi vida se llena de agua,
mi ropaje azul cielo, se torna añil de lágrimas, áspero, frío,
dejando mi piel descarnada.
Y llega otra de “esas” despedidas infinitas,
quiero alejarme, sé que debo hacerlo,
y te digo adiós.
Y ese débil adiós se me hace presente, trayéndome el dolor de tu ausencia,
y me digo que todo calmará y que cuando acepte la distancia,
el frío se irá y mi cuerpo malherido ira cobrando fuerzas,
que poco a poco se levantará y el calor volverá, pero…
Viene la esperanza de nuevo a visitarme con sus engañosos ropajes azul cielo,
vuelve con sus palabras suaves y su aparente arrepentimiento.
Dejo que mi corazón se llene otra vez de “tal vez, a lo mejor, quizás…”,
pienso que esta vez va a funcionar, me vuelvo a engañar diciéndome,
que puede que estos dos corazones, el tuyo y el mío, se vuelvan a encontrar….
Y “ese débil adiós que dije” recogiendo el mensaje de la esperanza, lo olvido,
coloco sobre mi cuerpo en carne viva, cuidadosamente sus vestiduras azul cielo,
y te acojo, de nuevo en mi vivir.
Pero la esperanza va perdiendo su fuerza,
la confianza se va desvaneciendo, cada vez, es más lento mi vestir,
cada vez es más fina la capa con la que me cubro,
cada vez es más fácil llegar a mis heridas,
que son, cada vez más grandes y profundas.
Mi razón sabe, del daño de estas despedidas infinitas,
pozos cada vez más negros…. hondos y profundos.
Desde aquí abajo, en la oscuridad, desde mi dolor, una luz inesperada, brota y me digo a mi misma:
¡Se acabó!
Me levanto,
empiezo a caminar,
comienzo mi nuevo camino sin ti,
me alejo,
Ya no te voy a escuchar esperanza, ya no tienes tarjeta de visita, si vienes, no estaré en casa, no voy a seguir maltratándome, no voy a convertirme en estatua de sal, volviendo la mirada atrás.
Pasaron días y días y acabé, corté, no permití más despedidas infinitas,
despedidas que me agotaban y cada vez me dejaban más maltrecha, más herida….
Sé, que si hubiera seguido en ese laberinto sin fin que me llevaba siempre al mismo punto de partida, me hubiera perdido sin remedio.
Sé que siempre estarás ahí, en mi pasado, sé que mi memoria se encargará de ello,
pero en mi presente, ¡mi corazón camina ya sin ti!
Adiós mi amor.
Nota importante: aun a veces, todavía siento tu ausencia y duele, y aún con ello muy presente, quiero que mi caminar siga siendo sin ti, no sé cuánto tardaré en volver a llenar los huecos de tus ausencias en mi corazón, cuándo dejará de doler, pero lo haré, lo llenaré, y me vestiré de nuevo de azul cielo, pues yo de natural y sin ti, soy azul celeste, como el cielo y el mar.