Si lo recuerdas, en un artículo publicado anteriormente sobre comunicación no verbal, veíamos que nuestro cuerpo continuamente está transmitiendo información. Además, mostrábamos algunas pautas que nos podían ayudar a transmitir control, seguridad y confianza en nuestras interacciones, pues nuestra postura corporal influye en cómo nos ven los demás. Sin duda, aquello de “no dejarse guiar por las apariencias” como teoría está bien, pero en la práctica, es muy diferente. La realidad es que emitimos juicios e inferencias rápidas basándonos en el lenguaje corporal de los otros.
Sin embargo, lo que no vimos es la relación existente entre la comunicación no verbal y la percepción que tenemos de NOSOTROS MISMOS. En concreto, en este post, veremos la influencia de las expresiones no verbales de poder y dominio en los otros y en nosotros mismos. Pero ¿a qué me refiero con expresiones no verbales de poder y dominio?
Cuando hablamos de expresiones de poder y dominio nos referimos a la EXPANSIÓN. Es decir, cuando nos sentimos poderosos, nos hacemos grandes, tomamos espacio, nos abrimos. Y esto es así en TODO el reino animal.
Por el contrario, ¿qué hacemos cuando nos sentimos impotentes? Nos CERRAMOS. Nos envolvemos. Nos hacemos pequeños. No queremos tropezar con los de al lado.
Dicho esto, cabe destacar que tendemos a complementar los gestos de los otros, así que ¿qué ocurre cuando alguien adquiere una postura de poder? Exacto, nos hacemos pequeños ante esa persona.
Todo ello, llevó a la psicóloga social, Amy Cuddy, y su colaboradora, Dana Carney, a preguntarse si es posible fingir este poder y dominio, de tal manera que estos gestos fingidos, determinaran lo que pensamos y sentimos sobre nosotros mismos.
Lo que descubrieron fue no solo que el poder podía ser fingido y, de este modo, ayudarnos a sentirnos más poderosos, sino también que, del mismo modo que la mente puede inducir cambios en el cuerpo, el cuerpo puede cambiar la mente. En este caso, hablamos del cambio que se produce en los niveles de dos hormonas en nuestro cerebro: la testosterona (hormona de la dominación) y el cortisol (hormona del estrés).
Tras reflexionar sobre en qué situaciones nos encontramos evaluados socialmente de manera exigente, decidieron que, sin duda, el ejemplo perfecto sería una entrevista de trabajo. Por ello, el experimento que estas investigadoras llevaron a cabo consiste en someter a 2 grupos de personas a una entrevista individual altamente estresante. Previamente a ella, se miden sus niveles de testosterona y cortisol y, después, a los participantes del grupo A se les insta a imitar posturas de poder durante tan solo 2 minutos, mientras que, a los del B, se les da la pauta de que adopten posturas de debilidad (ellos desconocen su utilidad).
Tras la entrevista se les pregunta cuán poderosos se sienten, se les da la oportunidad de apostar y, seguidamente, se vuelven a medir sus niveles de estas dos hormonas.
Los resultados fueron fascinantes: el 86% de los que asumían la posición de poder se arriesgaba a apostar, mientras que, de los que asumían posición de debilidad, solo el 60% lo hacía. Analizando los niveles de hormonas citadas anteriormente, en las personas que asumían la posición de poder, la testosterona incrementaba un 20%, mientras que, en los que asumían la posición de debilidad, la testosterona disminuía en un 10%. Con respecto al cortisol, los más poderosos experimentaban un 25% de disminución, mientras que los más débiles, conseguían un aumento del 15%. Increíble lo que sucede en tan solo 2 minutos ¿no?
Y no solo eso, sino que dichas entrevistas serían grabadas y analizadas por 4 personas desconocedoras de las posiciones que habían tomado los diferentes entrevistados, cuya opinión, curiosamente, estaba relacionada con estas posturas. ¿Os hacéis una idea de a quiénes les gustaría contratar? Exacto, a los que habían adquirido posiciones de poder. Y no, nada tenía que ver con el contenido de sus discursos, sino con su presencia y actitud.
Extrapolando este experimento a la vida real ¿qué hacemos generalmente cuando vamos a una entrevista de trabajo? Posiblemente, a tu cabeza venga la imagen de estar sentado con el móvil entre otros candidatos; repasando tus notas, releyendo… Permanecemos sentados, haciéndonos pequeños, cuando en realidad deberíamos tomarnos 2 minutos para ir al baño y adoptar posiciones de poder.
Por tanto, desde aquí, siguiendo las palabras de Amy Cuddy, os decimos: fingid hasta hacerlo, hasta transformaros de verdad en personas poderosas. Así que, ya sabéis, antes de vuestra próxima situación estresante de evaluación, durante 2 minutos, mantened posturas de poder, haciendo que aumente vuestra testosterona y disminuya vuestro cortisol.
Alba Psicólogos
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