Vivimos en una época en la que muchas de las estructuras que antes daban sentido a la vida—comunidades, narrativas compartidas, sistemas de valores—se han fragmentado o debilitado, dejando un espacio que no siempre sabemos cómo llenar. En su lugar, ha surgido la idea de que cada persona debe encontrar su propio significado de manera individual, pero sin un marco claro que ayude en ese proceso. La libertad de definir quiénes somos y qué queremos puede parecer una ventaja, pero también puede convertirse en una carga cuando falta orientación o un sentido de conexión con algo más grande que uno mismo.
No es solo una cuestión filosófica o abstracta. En el campo de la psicología, múltiples estudios han demostrado que el sentido de la vida juega un papel fundamental en el bienestar humano. No es casualidad, entonces, que esta crisis del significado se haya traducido, a su vez, en una crisis de salud mental. Sin una estructura que nos ayude a integrar nuestras experiencias, es fácil sentirse a la deriva, atrapado en una rutina que se repite sin dirección o en una constante búsqueda de estímulos que llenen un vacío difícil de nombrar.
En este contexto, encontrar sentido no es un lujo ni una cuestión secundaria: es una necesidad. Por ello, vemos de crucial necesidad abordar este concepto desde la perspectiva que nos compete: la disciplina psicológica.
De acuerdo con la rama de la psicología, el sentido de la vida no es algo único ni fijo, sino que se sostiene sobre tres dimensiones interconectadas: coherencia, propósito y significado. Cuando estas dimensiones se desdibujan, la vida puede sentirse caótica, vacía o carente de dirección. Cuando tienen vínculos fuertes entre sí, nuestro sentido de conexión con lo vivido se intensifica, elevando nuestro grado de satisfacción con nuestras experiencias.
En este primer artículo, exploramos las ideas base detrás de cada uno de estos términos. Pero la comprensión teórica es solo el primer paso… A lo largo de las próximas semanas, ahondaremos tanto en nuestro blog como en nuestro instagram (@albapsicologos) cómo puedes desarrollar de forma más práctica el sentido de tu vida. ¡Comencemos!
1. Coherencia: cuando la vida tiene un hilo conductor
Imagina que estás viendo una serie en la que cada episodio parece independiente, sin conexiones claras entre los personajes o los eventos. Todo sucede sin orden, sin un hilo que lo una. Probablemente te resultaría frustrante seguirla, y quizás hasta la abandonarías.
Algo similar ocurre en nuestra vida cuando carecemos de coherencia: la sensación de que lo que nos pasa tiene una cierta estructura, de que los eventos no son completamente aleatorios y de que, incluso en la incertidumbre, hay una narrativa en nuestra vida que podemos seguir.
Lo que la coherencia es (y lo que no es)
La coherencia no significa que todo tenga que salir como lo planeamos ni que debamos encontrarle un significado inmediato a todo lo que nos ocurre. No implica que tengamos control absoluto sobre nuestra vida ni que debamos justificar cada evento como parte de una gran historia predestinada.
Más bien, la coherencia tiene que ver con la capacidad de integrar experiencias en un relato que tenga sentido para nosotros. Se trata de percibir continuidad entre nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro, y de poder articular nuestras experiencias de forma que encajen en nuestra identidad y nuestra visión del mundo.
Por ejemplo, una persona que ha cambiado de carrera varias veces puede sentirse perdida si ve su trayectoria como una serie de decisiones erráticas. Pero si en lugar de eso encuentra un patrón—quizás un interés constante en la creatividad, una sed por el conocimiento, una pasión por resolver problemas, un deseo de vivir de una forma más auténtica—, su historia empieza a tomar forma.
Por qué la coherencia es crucial para el bienestar
Los estudios han demostrado que una alta sensación de coherencia está asociada con mayor resiliencia emocional, menor ansiedad y depresión, y una mejor percepción de la salud física y mental.
Cuando sentimos que nuestra vida tiene coherencia:
✅ Nos adaptamos mejor a los cambios. Las transiciones y crisis se vuelven más manejables cuando podemos integrarlas en nuestra historia personal sin sentir que todo se desmorona.
✅ Fortalecemos nuestra identidad. Entender el “hilo conductor” de nuestra vida nos ayuda a definir quiénes somos y qué es importante para nosotros.
✅ Nos da una sensación de control. No porque lo dominemos todo, sino porque podemos interpretar nuestra historia de una forma que nos dé sentido y dirección.
✅ Nos ayuda en nuestras relaciones. Cuando nuestra narrativa personal es clara, es más fácil comunicarnos con los demás y construir relaciones más auténticas.
La coherencia no significa que todo deba encajar perfectamente o que cada experiencia tenga un propósito claro desde el principio. Pero cuanto más capaces somos de encontrarle un sentido a lo que vivimos, más fuerte se vuelve nuestra narrativa personal.
Y cuando nuestra historia tiene sentido para nosotros, la vida, con sus altos y bajos, se siente un poco más habitable.
2. Propósito: cuando la vida tiene una dirección
Ahora imagina que esa serie, después de organizar su historia y dar sentido a sus eventos, tiene otro problema: el protagonista no parece ir a ninguna parte. Hay coherencia—los episodios se conectan, los personajes tienen lógica—pero el protagonista no tiene una motivación clara, no persigue nada. Va de un lugar a otro, responde a lo que sucede, pero sin intención propia. Como espectador, tarde o temprano empezarás a preguntarte: ¿y esto hacia dónde va? ¿Por qué me debería importar esta historia?
Eso mismo ocurre en la vida cuando falta propósito. Podemos entender cómo hemos llegado hasta aquí, ver conexiones entre el pasado y el presente, pero carecemos de una dirección que nos impulse de cara al futuro. Ahí es donde entra el propósito: ese motor que nos mueve, la razón por la que seleccionamos unos caminos y no otros, aquello a lo que intentamos acercarnos con cada paso que tomamos.
Lo que el propósito es (y lo que no es)
El propósito no es una meta puntual, como conseguir un trabajo específico o alcanzar cierto estatus. Tampoco es algo fijo e inmutable. Es más bien una orientación de fondo, una dirección que evoluciona contigo y que puede expresarse de distintas formas a lo largo de la vida.
El propósito es una fuerza que organiza y da significado a tu experiencia. Es el motivo por el cual te levantas por la mañana con ganas de hacer algo, la sensación de que lo que haces tiene valor, no solo para ti, sino en un contexto más amplio.
Por ejemplo, alguien que siente un fuerte propósito en ayudar a los demás puede expresarlo a través de diferentes caminos: como maestro, como médico, como voluntario o incluso simplemente siendo un amigo presente. Lo importante no es la forma exacta en que lo manifiesta, sino la coherencia interna de su dirección.
Tampoco tienes que esperar al “gran momento” en el que puedas hacer algo trascendental para cumplirlo. Ese propósito puede expresarse en tu día a día: desde escuchar con atención a alguien que lo necesita, hasta ser más paciente en una conversación o contribuir de manera pequeña pero constante en la vida de quienes te rodean. No es algo que se alcanza en un solo acto, sino que se reafirma a través de pequeñas elecciones.
Vivir con propósito no significa que cada día deba ser revolucionario o que todo tenga que estar perfectamente alineado. Significa que, en la medida de lo posible, nuestras elecciones reflejan aquello que realmente valoramos. Es una brújula interna que nos permite, incluso en los días difíciles, saber que estamos avanzando en la dirección correcta.
Por qué el propósito es crucial para el bienestar
Numerosos estudios han demostrado que tener un sentido de propósito está relacionado con menores niveles de estrés, mayor resiliencia y un mejor estado físico y mental. Y lo más interesante es que esta asociación se da de manera constante, sin importar la edad, el género o el contexto cultural.
Cuando sentimos que nuestra vida tiene propósito:
✅ Nos protegemos del estrés. Un propósito claro actúa como un amortiguador emocional, reduciendo el impacto del estrés y ayudándonos a enfrentar los desafíos con mayor fortaleza.
✅ Tomamos mejores decisiones. Cuando sabemos hacia dónde queremos ir, es más fácil priorizar lo que realmente importa y dejar de lado lo que no nos aporta.
✅ Mejoramos nuestra salud. Las personas con un fuerte sentido de propósito suelen adoptar hábitos más saludables y muestran menor riesgo de enfermedades crónicas.
✅ Nos sentimos más satisfechos con la vida. No significa que no haya problemas, pero cuando vemos nuestras acciones como parte de algo más grande, la vida se vuelve más significativa y gratificante.
✅ Construimos relaciones más ricas. Las conexiones con los demás se fortalecen cuando compartimos valores y motivaciones profundas, en lugar de solo buscar interacciones superficiales.
Tener un propósito no se trata de buscar alcanzar un destino fijo ni una respuesta definitiva, sino de aportar intencionalidad a cada una de nuestras acciones para poder conectar más intensamente con nuestro día a día.
3. Significado: cuando la vida se siente valiosa
Retomemos el ejemplo de la serie. Podemos percibir que ahora la trama tiene sentido (coherencia) y el protagonista tiene motivaciones claras (propósito), pero algo no termina de funcionar. Pasan los minutos y, aunque entiendes lo que ocurre y hacia dónde va la historia, no logras conectar con ella. No sientes nada cuando los personajes logran sus metas, los momentos clave no te emocionan y, cuando llegan los créditos, te quedas con la sensación de que daba igual haberla visto o no.
Algo parecido ocurre cuando nuestra vida carece de significado. Podemos tener una narrativa clara y una dirección establecida, pero si no sentimos que lo que hacemos tiene valor, todo se vuelve plano, mecánico. No se trata solo de tener una historia bien estructurada, sino de que esa historia importe.
Si la coherencia nos ayuda a entender nuestra historia y el propósito nos da un camino, el significado es lo que nos hace sentir que la historia y el camino realmente valen la pena.
Lo que el significado es (y lo que no es)
El significado no es una sensación constante de felicidad ni una epifanía que aparece de repente y cambia todo. Tampoco es algo que deba venir dado por una única fuente, como la religión, el éxito profesional o la familia. No es una respuesta universal que alguien más pueda darte.
La diferencia entre una vida con significado y una que se siente vacía no está solo en qué hacemos, sino en cómo lo experimentamos. Dos personas pueden vivir exactamente la misma situación y sentirla de forma completamente diferente. Es una cuestión de perspectiva más que de comportamiento.
Imagina que dos personas ven el atardecer desde el mismo lugar. Una simplemente lo observa sin prestarle demasiada atención. La otra, en cambio, lo ve como un recordatorio del paso del tiempo, de la belleza efímera de la vida, o de un momento compartido con alguien importante. Para la primera persona, es solo el fin de otro día. Para la segunda, es un instante que deja huella.
El significado no está en lo que sucede, sino en la conexión que establecemos con ello. Puede encontrarse en una conversación que nos hace sentir vistos, en un recuerdo que nos acompaña, en la manera en que un lugar, una música o un gesto resuenan con lo que somos.
No es algo que podamos forzar, pero sí algo que podemos cultivar. Y cuando lo hacemos, incluso los momentos más simples adquieren peso, y la vida deja de sentirse como una secuencia de eventos aislados para convertirse en algo que realmente nos pertenece.
Por qué el significado es crucial para el bienestar
Tener una vida que sentimos significativa no es solo una cuestión filosófica; es un factor determinante en nuestra salud mental y emocional.
Los estudios han encontrado que las personas con un alto sentido de significado:
✅ Se sienten más satisfechas con su vida. Más allá de la felicidad momentánea, el significado contribuye a una sensación más estable y profunda de bienestar.
✅ Tienen mayor resiliencia ante la adversidad. Quienes encuentran significado en lo que viven pueden atravesar crisis con mayor fortaleza, pues pueden integrar incluso las dificultades en su narrativa de vida.
✅ Se relacionan mejor con los demás. La sensación de significado está fuertemente ligada a las relaciones humanas: compartir valores, conectar con otros y sentirnos parte de algo mayor nos ayuda a fortalecer nuestra identidad.
✅ Experimentan menos angustia psicológica. La sensación de vacío o desesperanza suele estar vinculada con la percepción de que la vida carece de significado. Encontrar aquello que nos hace sentir conectados reduce estos sentimientos.
✅ Tienen una mejor salud física. Diversas investigaciones han mostrado que las personas que perciben su vida como significativa tienen menor inflamación, menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y hasta una mayor longevidad.
Construyamos juntos una vida con sentido
La pregunta sobre el sentido de la vida no tiene una única respuesta, pero lo que sí sabemos es que es una pregunta cuyas respuestas pueden definir la calidad de nuestro bienestar. La coherencia nos ayuda a darle estructura a nuestra historia, el propósito nos da dirección y el significado nos permite sentir que nuestra existencia tiene valor.
Cuando estas tres dimensiones están presentes, la vida se siente más habitable, más auténtica, más nuestra. No significa que siempre tendremos claridad o que no habrá momentos de duda, pero sí que tendremos herramientas para transitar esos momentos con mayor solidez.
A lo largo de las próximas semanas, exploraremos cada una de estas dimensiones en profundidad, con ejercicios prácticos y reflexiones que te ayuden a aplicarlas en tu día a día. Síguenos en nuestro blog y en Instagram para seguir descubriendo cómo construir una vida con más sentido. Porque, aunque no podemos darte las respuestas, esperamos poder guiarte con unas buenas preguntas.
Referencias consultadas:
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