¿Cómo se explican las supersticiones desde la psicología? ¿Por qué se extienden tanto? ¿Es malo ser supersticioso? Hoy hablamos de este fenómeno que, por supuesto, tiene su explicación dentro del estudio de la psicología.
Los Martes 13 son dos hechos que juntos son interpretados, culturalmente, como un mal augurio y un día de mala suerte. En el refranero se dice “en Martes 13, ni te cases ni te embarques”. Esto es lo que llamamos una superstición. ¿De dónde procede ésta en concreto? Esto correspondería más a un estudio histórico, pero, casi seguro, en resumidas cuentas, algo malo le pasaría a alguien un Martes 13 y ¡pum! Se creó una superstición. Existen otras muchas supersticiones, tanto para presagiar mala suerte: en general el número 13 da mala suerte,
pasar por debajo de una escalera, romper un espejo… como para la buena suerte: un trébol de cuatro hojas, cruzar los dedos o tocar madera. Pero, además, las hay más culturales, como todas éstas, o más personales: mi camiseta de la suerte o cuando me duele la rodilla y auguro que algo malo va a pasar, etc.
Una superstición, entonces, se puede definir como una creencia irracional (es decir, que, en realidad, carece de lógica) que haciendo o evitando una conducta concreta, le seguirá, o no, una consecuencia también concreta. ¿Cómo se origina una superstición? Desde la psicología se explica el nacimiento de una superstición por un proceso de condicionamiento operante. Este fenómeno se empezó a estudiar con palomas en un laboratorio, palomas que aprendieron que, pulsando determinado botón, obtenían una suculenta recompensa que comer. Pulsar el botón = obtener comida. Este es el principio básico y muy resumido. Así ocurre en nuestra vida diaria: ir al gimnasio =sentirme más activo; no entrar a la casa del terror = no sentir miedo; dar un beso a mi madre = sentir que soy un buen hijo; todo esto, como digo, de forma muy resumida. Pues bien, esto mismo ocurre básicamente con una superstición. Os pongo un ejemplo:
Jesús tiene un examen de la carrera de psicología el próximo Lunes, es uno de los más difíciles para él: estadística. Le genera mucho miedo este examen, nunca se le ha dado bien del todo y piensa: “como suspenda me voy a tener que pasar todo el verano fastidiado estudiando”. Jesús, claro está, se prepara mucho ese examen, aunque él sigue sintiendo el mismo miedo. No es la primera vez que “parece” que se ha preparado mucho un examen de estadística y luego no le sale nada bien. Llega el día del examen y decide ponerse una camiseta bonita, de las que más le gustan de su armario.
Hace su examen y, ¡sorpresa para él! Le ha salido increíblemente bien. Un par de días más tarde además le dan la nota y es una notaza. Aun así, el semestre siguiente, Jesús se siente prácticamente igual de inseguro para su examen de Estadística II y él, que siempre ha creído un poco en el destino y en la suerte, decide ponerse la misma camiseta que el semestre pasado. Vuelve a prepararse bien el examen y vuelve a sacar una muy buena nota en Estadística II. Jesús ya lo tiene, ésta es su camiseta de la suerte, lo siente, lo ha experimentado, cuando se la pone, algo le envuelve y siente que tiene un extra de suerte para hacer sus exámenes.
A partir de entonces, al haber coincidido esos dos elementos en el tiempo (ponerse dicha camiseta y aprobar un examen difícil), la primera queda condicionada, de forma que a Jesús le genera una sensación (una ilusión, en realidad) de control, de seguridad y de confianza. Jesús, que quizás ya era algo supersticioso, ahora confía mucho en su camiseta de la suerte, han sido 2 de 2 exámenes difíciles aprobados con buena nota, no tiene fugas este razonamiento ¿verdad?
Un día, su amiga Verónica le pregunta a Jesús “¿Y no crees que esos dos exámenes los aprobaste porque sabías que eran difíciles y estudiaste más y mejor, más que por la suerte de tu camiseta? Has aprobado otros muchos exámenes sin ella”. Pero ¿qué ocurre? Que Jesús, y todos nosotros en mayor o menor medida, sufrimos un sesgo de confirmación, una especie de error de pensamiento que nos hace estar más atentos y dar por tanto más credibilidad a aquella información o estímulos que confirman nuestras creencias. De esta forma, Jesús le contesta a Verónica “No lo creo, he estudiado lo mismo que para otros exámenes de Estadística que me salieron mal y los demás exámenes que he aprobado, de otras asignaturas, no eran tan complicados, no necesité este extra de suerte…” y rápidamente ignora la información que le ha dado Verónica.
Ahora, además, si Jesús fuese un gran líder de masas, el influencer más grande jamás visto y difundiera la noticia de que ha encontrado una camiseta que le da una cantidad extra de suerte, además de quererla todo el mundo, esta información se iría difundiendo y deformando (efecto teléfono escacharrado). Quizás alguien se fijaría en que su camiseta es de color verde. Esta otra persona no tiene ESA camiseta, pero tiene otra camisa verde y un día se la pone para una entrevista de trabajo y le contratan.
Entonces, empieza a difundir que el color verde en la ropa es el responsable de la buena suerte y la gente empieza a probar el color verde. Obviamente hay gente a la que no le ocurre nada bueno (o nada malo), pero esa información no tiene relevancia, porque hay gente que, seguro, que ha tenido alguna buena noticia o le ha pasado algo bueno llevando el color verde.
Éste es un ejemplo simplificado y exagerado, claro está, pero a veces las supersticiones se van transmitiendo así, socialmente, de persona en persona, y algunas perduran en la cultura y, de esta forma, aunque no nos haya pasado nada especialmente bueno con el color verde, sabemos que la gente dice que da buena suerte. Como digo, es un ejemplo simplificado e inventado, no ocurriría así de sencillo, aunque… ¿qué es lo que le ocurrió al pobre amarillo, que pasó a ser un color de mala suerte?
Para acabar, nos podemos preguntar ¿es malo tener supersticiones? Pues como casi todo en la vida: depende. No es malo de por sí, pero si condicionamos muchas cosas o cosas importantes de nuestras vidas, como puede ser un examen difícil de la carrera, a
un elemento externo como es una camiseta, puede ser problemático. También puede ser malo si, por ejemplo, aplazo un plan por ser Martes 13 y termino perdiéndome ese plan para siempre o voy con mis ahorros al casino porque llevo mi trébol de cuatro hojas.
Como digo, casi todo depende. Si alguna creencia limita o condiciona tu vida en exceso, mis consejos son:
- Confía en tus habilidades y en ti mismo y prepárate para los retos, no los dejes a la suerte. Si tienes un examen complicado, estudia y prepáralo bien.
- Gestiona tu ansiedad o malestar en ese momento de otra forma, como, por ejemplo, con la respiración antes de entrar al examen.
- Y exponte a eso te genera ansiedad o malestar, como acudir a los exámenes difíciles sin tu elemento de buena suerte, no los evites. Cuando evitamos algo no desaparece, se hace más grande.
Y si alguno de estos problemas o situaciones sientes que te desbordan y que no puedes gestionarlos solo, busca ayuda profesional.
Alba Psicólogos
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