La depresión es un trastorno complejo, pues a menudo pasa relativamente desapercibida. Esto se debe, principalmente, a la confusión que generan sus síntomas, que son muchos y muy heterogéneos.
Por tanto, la imagen de que una persona deprimida es aquella que “llora, está triste, y no puede salir de la cama”, desgraciadamente incluye tan solo a un pequeño espectro de lo que puede uno vivir al estar deprimido. Así, una persona que se retrae de lo social, que deja de hacer planes, que dice estar más a gusto en su casa solo… alguien a quien ya no le divierten las cosas como antes, que se muestra irascible y de mal humor… Es posible el entorno (y él/ella mismo/a) no se percaten de que es posible que padezca depresión.
Así, para empezar, debemos dar una serie de datos. En primer lugar, decir que es un trastorno mucho más común de lo que podemos pensar a priori, pues se estima que el 5% de la población en España padece depresión, lo que equivale a 2,4 millones de personas. Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) añade que la depresión supone la principal causa de discapacidad, además de contribuir de forma contundente sobre la carga mundial general de morbilidad.
Por otro lado, es importante saber cuáles son los síntomas mas comunes. De la misma forma, es fundamental saber que cada persona vive su depresión de una forma muy diferente, pues no hay dos depresiones iguales. Por tanto, estos síntomas son una guía, una ayuda, pero no debemos pensar que la persona en cuestión debe tenerlos todos, o que si alguno no está aquí, entonces ya no es depresión. Por ello, este diagnostico debe de venir siempre de la mano de un profesional de la salud mental.
Síntomas más habituales:
- Estado de ánimo decaído
- Falta de interés e incapacidad de disfrute por aquellas actividades que antes si le hacían disfrutar.
- Falta de energía
- Pensamientos negativos y de incapacidad propia, como “no valgo”, “no puedo con esto”, “es inútil”…
- Problemas de sueño: bien por exceso de sueño o bien por falta. Es decir, puede padecer insomnio o puede estar durmiendo muchas horas. Aun así, la falta de energía es común en ambos casos.
- Cambios en la alimentación, bien por aumento o por decrecimiento.
- Bajada de la autoestima
- Pensamientos de muerte o ideación suicida
- Dolores físicos recurrentes sin causa visible (dolores de cabeza, malestar estomacal…).
- Irritabilidad, poca paciencia y explosiones de enfado por motivos que parecen poco relevantes.
- Pérdida o descuido de las relaciones sociales y familiares
Y ahora, ¿cómo ayudo a mi pareja?
De nuevo, es importante saber que la mejor ayuda siempre va a venir de un profesional de la salud, que pueda tratar correctamente la depresión de tu pareja. De todas formas, mientras esto se da, hay una serie de cosas que puedes hacer.
1. Intenta comunicarte, saber qué le ocurre.
Puede parecer obvio, pero tampoco es raro que ante el cambio de la pareja, nos bloqueemos y no sepamos si es mejor preguntar o no. Además, tampoco es raro que la persona deprimida se niegue a hablar, lo que dificulta más este punto.
La idea principal que tenemos que tener en mente es que la comunicación siempre va a ser positivo, aunque nos cueste. Será fundamental para poder entender nosotros y, sobre todo, para poder ofrecer la ayuda que realmente necesita. Es muy importante siempre recordar que lo que podríamos necesitar nosotros no tiene por qué ser lo mismo que necesite el otro. Por eso el acercamiento siempre debe de ser respetuoso.
2. No culpes.
Muchas veces ver a nuestra pareja deprimida nos hace sufrir, y desde nuestra propia angustia queremos “activarle”, hacer que “espabile y salga de eso”. Pero no conseguiremos nada positivo echándole la culpa de su estado o que le presionemos a cambiar.
Aquí entrarían comentarios como “deberías hacer algo para salir de esto”, “no haces suficiente esfuerzo”… Y otros más sutiles como “si te apuntas a hacer algo de ejercicio seguro que te sientes mejor”. Este último, que parece inofensivo, a menudo da la sensación de que estamos minimizando su problema, que es tan fácil como hacer deporte y que, por tanto, no está haciendo suficiente esfuerzo.
Así que, mejor evitar ese tipo de comentarios y, en la línea del primero, preguntar qué siente él/ella que le ayudaría a estar mejor, cómo podemos nosotros ayudarle.
3.Valorar los pequeños triunfos.
La depresión comienza a sanar por las pequeñas cosas. Por tanto, es fundamental que atiendas a esas cositas que van mejorando, y que se las digas con alegría, las refuerces.
Por ejemplo, si retoma una actividad que había abandonado, o si hace un comentario positivo sobre algo que antes le disgustaba o entristecía, o si comienza por ejemplo a arreglarse cuando antes no lo hacía… En todos esos casos, sería conveniente que tu dijeres un comentario positivo al respecto.
4. No proteger.
Tenemos que distinguir bien entre cuidar y proteger. Al igual que los niños, todos necesitamos espacios donde equivocarnos, donde haya errores y malas decisiones, porque esos son los que nos permiten aprender y reaccionar. Así, seguro que a tu pareja le viene bien tu ayuda, pero eso no significa que la responsabilidad de su mejoría recaiga en ti.
5. No te descuides a ti, el autocuidado es fundamental.
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