La motivación… ¿”todo lo puede”?
Probablemente has escuchado la frase “con esfuerzo todo se puede” o “el que quiere puede”. Si realmente funcionáramos así, las emociones como la tristeza o el miedo no existirían y es que atribuir la responsabilidad de cumplir nuestras metas solo en nuestras “ganas” se queda un poco corto, ¿no crees?
Cuando lo vemos de esa forma, podemos ser nuestros peores críticos, verdugos y muy exigentes con nosotros mismos y cuando tenemos dificultades para conseguir nuestros objetivos, aparecen emociones como la frustración o la tristeza.
En función de dónde pongamos el foco, podemos llegar a sentir mucha frustración y desesperación. En ocasiones, nuestra relación con la comida y nuestro cuerpo puede llegar a convertirse en algo tormentoso, generando un diálogo negativo orientado hacia nosotros mismos, influyendo así en nuestra autoestima y autoconcepto y llevándonos a boicotear nuestro proceso, que habíamos iniciado para sentirnos mejor con nosotros mismos.
¿Ves el círculo vicioso en el que podemos entrar sin darnos cuenta?
¿Cómo establecer un diálogo interno saludable a lo largo del proceso?
Te preguntarás, ¿cómo puedo ser amable conmigo misma/o si estoy todo el tiempo frustrada/o porque no consigo mis objetivos? Seguro que puedes extrapolar esto a otras situaciones de los distintos ámbitos de tu vida aparte de la alimentación. Así que, aquí te dejo varias ideas:
– Revisa si los objetivos que te planteaste en un inicio, son posibles de mantener o si hay que ajustarlos un poco. También me refiero a ajustar tus expectativas, mirar lo que realmente puedes conseguir en unos tiempos realistas y no te quedes con “lo que sería ideal” o lo que desde tu entorno te han dicho que deberías estar consiguiendo.
– Plantéate pequeñas metas que sean alcanzables.
– Busca acompañamiento de un profesional de la psicología para ayudarte en tu autoconocimiento, descubrir y explorar el origen de los conflictos y las razones por las cuales te estás bloqueando y poder trabajar sobre aquellas herramientas o recursos personales que te puedan ayudar.
– Revisa las razones por las que te planteaste esos objetivos y si te estás ayudando o haciendo daño en el camino de conseguirlos. No eres mejor o peor persona por lo que logras conseguir en este sentido, cuidado con las etiquetas que nos ponemos, que solo nos hacen más daño y no nos permiten ver nuestro esfuerzo y avances.
– Comparte con alguien de confianza tus emociones, tu sentir. Algunas veces, al sentir que no cumplimos nuestras metas, la vergüenza se asoma y nos hace entrar en un bucle de malestar que nos puede llevar a escondernos o retirarnos de nuestro entorno social. Compartir tus vivencias con las personas adecuadas, puede ayudarte a sentir compañía y a evitar que el malestar emocional te lleve a cierto aislamiento y puede que descubras que no estás solo/a en tu malestar y que puedes contar con las personas que te rodean.
Alba Psicólogos
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