Y tú, ¿cómo has pasado la cuarentena?
Al reanudar las sesiones con mis pacientes (niños, niñas y adolescentes), lo primero que les he preguntado es cómo han pasado la cuarentena. Y bien, la conclusión que he sacado tras sus relatos es, para mi sorpresa… (redoble de tambores) ¡que casi ninguno ha echado de menos el salir de casa! ¡casi hasta lo han agradecido! Y, ahora que se les permite salir, no quieren.
Para mí, esto apoya el hecho de que los niños y jóvenes están cada vez más acostumbrados a relacionarse por redes sociales no han notado un cambio tan brusco, al menos en este aspecto. Al contrario, pasar más tiempo en casa les ha servido como excusa para encerrarse en su habitación y conectarse más con sus amigos por las redes y dedicarle más horas a los juegos, ver series… en contra incluso con los horarios habituales de vigilia y sueño.
Definición de límites por amor
Algunos padres han exigido una rutina: levantarse a una hora todos los días, hacer sus deberes, jugar o ver la televisión durante un tiempo determinado, así como salir cada día a practicar algún deporte (desde que se ha permitido). Esta es la opción más recomendable. ¿Que por qué? Porque aunque a corto plazo, nos podemos ahorrar malas caras, a largo plazo, la ausencia de límites (no tener horarios, ni rutinas, no salir de casa ni prácticamente de una habitación…) nos lleva a trastornos de insomnio, pérdida total de hábitos, rendimiento deficitario o dejadez en el estudio, adicción a redes sociales y juegos online, así como un miedo atroz a salir de casa.
Aun así, ¡os traigo buenas noticias! ¡Todavía estamos a tiempo de rescatar a los límites! Creemos rutinas y establezcamos obligaciones y derechos. No podemos dejar a un adolescente todo el día en su habitación porque “no tenga nada que hacer”. Aunque a priori, parezca misión imposible quitarle el móvil o el ordenador, es momento de poner stop. Si dejamos que la vida prosiga sin normas, los problemas antes mencionados tenderán al aumento, con mayor entorpeciendo el tratamiento posterior, teniendo que desaprender y volviendo a aprender. Esto podría agravarse si además, habláramos de niños, niñas y adolescentes con dificultades de aprendizaje y/o relaciones sociales.
Objetivo prioritario: recuperar rutinas
Es nuestra responsabilidad como educadores establecer una disciplina diaria, generando una vida ordenada; en definitiva, una rutina en nuestros menores, porque tendrán que volver a ella. La reincorporación a la vida que consideramos habitual (madrugar para ir al colegio, estudio, horario, actividades extraescolares…), será más sencilla para quienes tengan a las normas como un miembro de la familia más y no para quienes dispongan de una especie de vacaciones interminables.
Por vosotros y vosotras, padres y madres, por vuestros niños y niñas; aunque cueste y se haga especialmente cuesta arriba en tiempos de teletrabajo y cuarentena… Puede que ahora lo veáis complicado, pero si esto no cambia, después lo será mucho más. Te damos consejos para evitar caer en esta dinámica:
Pautas para recuperar una vida ordenada
- Horario de levantarse y acostarse fijo (aunque sea levantarse y acostarse un poco más tarde que antes).
- Deberes y estudio todos los días, de lunes a viernes.
- Tiempo de nuevas tecnologías (móvil, consolas, juegos de ordenador, televisión…) limitado.
- Salidas a la calle todos los días. Si además, le podemos añadir ejercicio físico o deporte, ¡mejor que mejor!
- Si tenéis mascota y tienen edad para sacarlo solos que lo hagan. Si no es así, ¡en familia!
- Colaboración en las tareas de casa. Se puede hacer un cuadrante en el que cada uno tenga responsabilidades asignadas de manera diaria.
- Creación y fomento de espacios de diálogo. En definitiva, hablar con ellos. Evitar que pasen el día en su habitación y solo salgan para comer o cenar. Es el momento idóneo para compartir momentos en familia.
En definitiva, ACTIVIDAD, tanto metal como física. ¡Veamos un ejemplo de rutina!
Menor, 12 años:
- Me levanto a las 10.00 h.
- Desayuno
- Me conecto a la clase virtual y/o hago mis deberes, trabajos o labores de estudio.
- Me ducho.
- Ayudo a hacer comida o poner la mesa, colgar la colada… ¡algo!
- Me echo la siesta, juego o veo tele (tiempo libre).
- Salgo a la calle con un adulto, doy un paseo o hago ejercicio.
- Vuelvo a casa, ayudo en alguna tarea pendiente.
- Ceno.
- Vuelvo a hacer uso de mi tiempo libre y me voy a la cama (sin móvil, sin tele, sin tablet….) a la hora pautada.
¡Y finito! He ahí un ejemplo para seguir una rutina, con posibilidad de variación acorde a las normas de la familia que lo aplique.
Ellos y ellas no quieren salir porque no le ven sentido, antes salían para ir a clase, a extraescolares, a partidos, a dar una vuelta con los amigos, centro comercial… y ahora no es posible.
Si les dejamos estar todo el día en su habitación, cuando tengan que salir va a ser muy complicado. Quizás pensemos “bueno, cuando puedan salir con los amigos o vuelvan al cole todo volverá a la normalidad”. No es así, se están habituando a no tener ninguna responsabilidad y hacer lo que quieran cuando quieran. Muchos de ellos, no todos por supuesto, pero por lo que estoy viendo, la mayoría viven en una “anarquía”, es decir, ausencia de estructura.
Los psicólogos entendemos perfectamente lo complicado que es encerrarse todo un núcleo familiar en casa durante tanto tiempo. En ocasiones, evitar discusiones o la dificultad para conciliar asuntos laborales, personales, con el añadido del aumento de responsabilidades y roles que se nos asignan durante el confinamiento (rol de madre, padre, profe, psicólogo, amigo, asistente del hogar…) se permiten ciertas licencias. Pero os aseguro que “de estos barros tendremos aquellos lodos”.
¡Ánimo con ello! ¡Podéis hacerlo! ¡Es posible! Y, además, si el camino se hace cuesta arriba y necesitáis ayuda, ¡no dudéis en acudir a nosotros!