¿Has soñado con llegar a ser un fracasado? ¿Te han animado a estrellarte de forma estrepitosa en algún proyecto? ¿Admiras los fallos de alguna persona? Apostaría que no.
La protección del entorno frente al fracaso
Desde que nacemos, e incluso antes, nuestro entorno se encarga de cuidarnosy mantenernos tan protegidos como sea necesario. En un principio se limita a una protección física y fisiológica, que nada nos haga daño ni enfermar.
Conforme vamos creciendo esta labor se complica, aparecen nuevos factores como las amistades, el colegio, actividades extraescolares y un largo etcétera. Aparece también una protección de carácter psicológico, evitar el daño emocional y aquellas emociones que consideramos “negativas” (enfado, tristeza, vergüenza…). No obstante, seguiremos contando con esa indispensable ayuda para hacer bien los deberes, con qué amigos/as quedar, qué rama de estudios escoger y cómo afrontar las adversidades que se presenten en esas situaciones.
En definitiva, vamos aprendiendo poco a poco e imperceptiblemente a evitar el error. Las cosas deben hacerse bien y yo estaré bien.
Nos aproximamos a la sobreprotección; una forma de actuar que trata de evitar a toda costa que otra persona (generalmente un/a hijo/a) experimente cualquier malestar o evento adverso. Se trata de amortiguar los problemas que, de forma natural, surgen.
Guiar versus dirigir
En este afán de cuidado, es habitual confundir los términos -guiar- y -dirigir-.
Al guiar damos una opinión, un punto de vista. La decisión queda abierta. Al dirigir, aunque sea sutilmente, estamos tomando acción en la toma de decisión del otro.
Al guiar, permitimos la experimentación, el riesgo. Se aprende a fallar sin ver afectada la autoestima. Al dirigir, limitamos la gama de experiencias a las que se expondrá. Cuando aparezca el error se frustrará y se verá comprometida su autoestima.
Además, son múltiples los estudios que han demostrado cómo a través del fallo el aprendizaje se realiza más rápidamente, integrando mejor la información adquirida y experimentando en mayor medida los resultados obtenidos.
Quizás te suenen algunas personas como Steve Jobs (despedido de su propia empresa) o Thomas Edison (“sé mil maneras de no hacer una bombilla”) que antes de ser personas ilustres vivieron grandes fracasos. Por todo esto, no permitas que la posibilidad de fracasar te frene.
“El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse”.
Winston Churchill
Alba Psicólogos
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