El insomnio crónico es el trastorno de sueño más frecuente en la población general. Consiste en una reducción de la capacidad para dormir, pudiendo manifestarse de diversos modos: de inicio o de mantenimiento. También es uno de los trastornos más difíciles de abordar por psicólogos y psiquiatras. ¿Por qué? ¿Acaso los tratamientos y los fármacos no son eficaces?
Los tratamientos psicológicos actuales
Los tratamientos psicológicos consisten básicamente en restablecer el ritmo sueño-vigilia recomendando a la persona que se levante y se acueste a la misma hora, que no eche siestas, haga algo de ejercicio, y realice actividades relajantes antes de ir a dormir. También se recomienda permanecer en la cama tan solo cuando se tenga sueño y levantarse cuando no se pueda dormir, para relacionar la cama y el dormitorio tan solo con el sueño y no con otras actividades como ver la televisión, leer, etc. Por último, también se combina con técnicas de reducción de la ansiedad y de reestructuración cognitiva para cambiar los pensamientos distorsionados relacionados con el sueño y la hora de irse a dormir.
Todo esto es útil y funciona si se lleva a cabo, pero lo difícil es conseguir que la persona lo haga. Puede ser incluso irresponsable recomendar a una persona que no duerme y trabaja por la mañana que no se eche una siesta al volver del trabajo, o pedirle a una persona que trabaja por la tarde que no duerma ni siquiera tres horas por la mañana, sino que se levante a las nueve y se vaya a hacer deporte. Es difícil porque hay que ser consciente de que esas personas están completamente agotadas y tienen que trabajar. Irresponsable porque el rendimiento en el trabajo se reduce cuando no se descansa, lo que puede provocar que se cometan errores o que se vea afectada la seguridad de las personas, sobre todo si se trabaja conduciendo o realizando algún tipo de actividad peligrosa. Incluso aunque no sea así, gran parte de la población coge el coche para ir a trabajar, y más de un paciente ha relatado estar a punto de sufrir un accidente por despistes debidos a la falta de descanso.
Los tratamientos farmacológicos contra el insomnio
Por otra parte, los fármacos existentes en el mercado no son eficaces para toda la población. Por un lado, tenemos los hipnóticos, que tan solo son recomendados para el insomnio ocasional y no crónico y a casi todo el mundo le dejan una sensación de abotargamiento mental al día siguiente. Después están los ansiolíticos, los cuales reducen la ansiedad pero no inducen al sueño y crean una rapidísima tolerancia. Y por último, los antidepresivos en dosis bajas para que actúen como hipnóticos, que suelen tener bastantes efectos secundarios.
¿Qué hacer entonces?
Los datos muestran que en España se consumen muchos medicamentos para dormir. Esto podría responder a que no se financian los tratamientos psicológicos necesarios y no existe un medicamento puro para el insomnio, lo que hace que los pacientes vayan cambiando de uno a otro intentando desesperadamente que alguno de resultado.
Quizás lo más adecuado sería realizar un programa completo de tratamiento psicológico, pero dispensando a la persona la responsabilidad de trabajar o realizar tareas que requieran concentración durante el mismo. Se podría aplicar este tipo de tratamiento exitosamente si se dieran bajas de entre quince días y un mes para que la persona pudiera efectivamente no echar ninguna cabezada durante el día, y así restablecer el ritmo circadiano sin peligro para ella ni para otros.
Para poder llevar a cabo esta propuesta, deberían establecerse más ayudas laborales a las empresas, para que el trabajador pudiera coger una baja digna mientras realiza un tratamiento psicológico eficaz.
La realidad de las personas con insomnio
El insomnio, a pesar de ser uno de los trastornos más frecuentes, es uno de los más incomprendidos. Las personas no insomnes piensan que el pobre insomne no duerme porque “le da muchas vueltas a la cabeza” y que lo único que tiene que hacer es relajarse, como si existiera un botón mágico en el cerebro que se pudiera desconectar cuando cada uno quisiera.
Las personas con insomnio crónico, desgraciadamente y porque no han encontrado otro remedio ni ayuda, han aprendido a vivir sin dormir, lo que deteriora su salud física y mental, su rendimiento laboral y sus relaciones personales.
Realmente, lo que más desearía una persona con insomnio crónico es algo que a otros les resulta tan básico y sencillo como DORMIR.
Alba Psicólogos
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